La demanda externa vuelve a erigirse como un cimiento consistente de cara a la recuperación de la economía gallega. Entre enero y septiembre las empresas de la comunidad exportaron bienes y servicios por valor de 14.058,4 millones de euros, una cantidad que equivale al 25,7% del Producto Interior Bruto (PIB) nominal (datos cerrados de 2014). Las ventas al exterior en lo que va de año han crecido un 4,4%, exactamente al mismo ritmo de crecimiento que el conjunto de la economía española. Pero durante el pasado septiembre fue significativa una vez más la aportación del automóvil, que registró el mejor mes desde que se disponen datos desglosados en la serie histórica (2012). Las exportaciones de vehículos rozaron los 391 millones de euros, un 26% más que en 2014. En 2013, y en el mismo mes, el comercio exterior del motor gallego sumó ventas de 238 millones, por los 272,8 de 2012, de acuerdo a los datos facilitados por el Ministerio de Economía y la Agencia Tributaria.

Como es habitual, la economía gallega volvió a depender casi en exclusiva de tres sectores: el automotriz -capitalizado por la factoría viguesa de PSA-, el de manufacturas de consumo -pilotado por Inditex- y los bienes de equipo, prácticamente unificados en torno a la industria de componentes del motor y el sector metalúrgico gallego en su conjunto. Estas tres ramas de actividad coparon más del 68% de las exportaciones en septiembre, y más del 63% en los nueve primeros meses del año. En este contexto septiembre fue un buen mes para Galicia en materia de exportaciones, ya que experimentó un crecimiento del 3,3% interanual -en relación al mismo mes del ejercicio anterior-, mientras que en todo el Estado el avance fue del 1,1%.

Saldo comercial

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Gracias a la subida de las exportaciones y al descenso de las importaciones (-2,4% en Galicia, por una subida del 1,8% en toda España), la comunidad puede hacer gala de tener el mejor saldo comercial del país. La economía española es tradicionalmente deficitaria en este aspecto, ya que importa mucho más de lo que exporta. Pero en Galicia sucede a la inversa. Y, más aún, en septiembre la economía gallega obtuvo el mejor saldo comercial español: 568,7 millones de euros, un 19,1% más que hace un año. Esto obedece a varios factores. En primer lugar, a un incremento del número de empresas que buscan otros mercados para colocar sus productos, además de importar materias primas y vender artículos ya manufacturados. Adquirir lana desde un tercer país es más barato que vender una jersey ya confeccionado, e importar piezas metálicas es más económico que vender un coche ya listo para la venta.

En consecuencia, Galicia pudo obtener un mejor saldo comercial que economías como la del País Vasco. Hace un año el saldo comercial gallego era positivo en 477,5 millones de euros, mientras que en el caso vasco esta cuantía superaba los 656 millones. Entre enero y septiembre, la exportaciones gallegas superaron los 14.058 millones de euros, más de lo que se vendió durante todo el año 2009, 2005 y los años precedentes.

Por último, una muestra más del buen mes de septiembre fue la cuota exportadora de Galicia respecto al total nacional. De cada cien euros exportados en todo el país, 8,7 tenían sello gallego (son dos décimas más que hace un año). ¿Y esto por qué es importante? Porque el peso de la economía de la comunidad respecto a la española es del 5,4% del PIB, por lo que Galicia está exportando en mucha mayor cantidad de la que le correspondería si las ventas al exterior se correspondiesen con su tamaño.

Pero también hubo datos negativos. Aunque la provincia de Pontevedra sigue siendo la que más exporta de toda la comunidad (6.419,1 millones hasta septiembre), las ventas al exterior en lo que va de año han crecido un 1,6%, muy por debajo de la media gallega y estatal. Y, sobre todo, porque las empresas gallegas han incrementado su dependencia del mercado interno y la zona euro. Las exportaciones a terceros países han pasado de los 519 millones de septiembre de hace un año a los 427,2 de 2015, lo que implica un retroceso de casi el 20%. Y, en un entorno de devaluación del euro, es negativo para los balances de las empresas.