El futuro de las dos fábricas del grupo alemán Volkswagen en España (Navarra y Barcelona) sigue empañado por el escándalo de la manipulación de las emisiones contaminantes en los motores diésel. Un día después de anunciar públicamente que se revisarán todas las inversiones no prioritarias para intentar sortear las consecuencias financieras del Dieselgate, el consorcio solo ha asegurado el lanzamiento de la próxima generación del Volkswagen Polo en la planta navarra de Landaben, mientras que guarda silencio sobre los proyectos pendientes en Seat, donde había comprometido una inversión de 3.300 millones de euros, a los que suman otros 900 millones de la factoría de Navarra. El Gobierno español seguía ayer a la espera de conocer cómo afectará el anunciado aplazamiento de inversiones no estratégicas del grupo a las plantas españolas. El ministro de Industria, José Manuel Soria, mantuvo ayer su confianza en que no haya recorte.

La dirección de Volkswagen Navarra transmitió ayer al comité de empresa que las inversiones en la planta de Landaben para la fabricación del nuevo modelo Polo A07 "se mantienen a día de hoy según lo previsto". A través de un comunicado interno, la compañía confirmó que "las inversiones que estén ligadas al producto actual o futuro, seguirán según estén planificadas"; reconoció que ahora se cuestiona "todo lo que no sea futuro actual o a futuro" e incidió en que el problema es "muy serio", por lo que es preciso estar "más unidos que nunca", ya que juntos saldrán de "esta crisis". El mensaje tranquilizador de Landaben contrasta con el silencio en la planta catalana de Martorell, donde estaban programados hasta cuatro lanzamientos comerciales hasta 2019, concentrando el grueso de las inversiones de Volkswagen en España: 3.300 millones de euros. La marca española Seat sigue a la cola en cuanto a rentabilidad dentro del consorcio alemán, lo que podría pasar factura a la hora de priorizar sus inversiones, según indicaron fuentes del sector.

Mientras, en Portugal, donde el grupo Volkswagen tiene otra planta en Palmela, cerca de Setúbal, la patronal lusa del automóvil señaló ayer que los proveedores locales de la multinacional germana tienen sus pedidos asegurados al menos hasta enero del próximo año. La factoría de Autoeuropa espera el lanzamiento de un nuevo vehículo crossover basado en la plataforma del Polo. De esta factoría dependen 150 fabricantes de componentes y auxiliares lusas, con unos 42.000 trabajadores en plantilla. La afectación del Dieselgate también preocupa a los proveedores vigueses, de los cuales más de una veintena tienen a las tres plantas ibéricas de Volkswagen como clientes.

La multinacional revisará a lo largo de 2016 los once millones de coches afectados por la manipulación de las emisiones contaminantes en motores diésel y ratificó su compromiso para el total esclarecimiento del escándalo. "Me he comprometido personalmente a aclarar hasta el final lo ocurrido", afirmó el hasta ahora responsable de Finanzas de VW, Hans Dieter Pötsch, y que ha pasado a ser el nuevo presidente del consejo de Vigilancia del consorcio. La revisión de los vehículos afectados empezará en enero y se prolongará durante todo 2016, explicó el consejero delegado, Matthias Müller, al diario "Frankfurter Allgemeine Zeitung". Müller sustituyó días atrás como primer ejecutivo a Martin Winterkorn, uno de los cuatro altos cargos de Volkswagen que dimitieron tras el escándalo. Los costes de la modificación los asumirá la compañía. Müller no descartó que los motores pierdan potencia tras ser reprogramados.