La credibilidad y cotización del gigante automovilístico alemán Volkswagen, el mayor fabricante de coches del mundo en el primer semestre del año, están por los suelos. El escándalo de la manipulación de datos de emisiones contaminantes en los modelos diésel que comercializa en Estados Unidos ha provocado su derrumbe histórico en la bolsa alemana, al caer un 36,5% en dos días, lo que ha reducido su capitalización en más de 26.000 millones de euros.

La crisis es de tal dimensión que la multinacional germana ya ha rebajado su previsión de beneficios para este año y ha provisionado 6.500 millones de euros tras reconocer que hay 11 millones de automóviles afectados en todo el mundo. Su presidente, Martin Winterkorn, ha pedido de manera formal -y entre rumores de dimisión- disculpas a sus clientes, a las autoridades y al público en general, y confirmó que el grupo dejará de vender coches con motores diésel TDI en EE UU, tanto nuevos como usados.

Volkswagen se valía de un software implantado en las centralitas de sus coches diésel para falsear las emisiones contaminantes (los óxidos de nitrógeno, NOx) cuando estos pasaban las revisiones de la EPA, la Agencia de Protección Medioambiental. Este sistema detectaba la posición del volante, los cambios en la velocidad y otros datos que indican que el vehículo está siendo sometido a una inspección y reducía automáticamente las emisiones contaminantes. Y una vez finalizado el examen, el vehículo volvía a su funcionamiento normal, en el que las emisiones pueden aumentar hasta cuarenta veces por encima de lo permitido en el reglamento norteamericano.

La gravedad del caso ha movilizado a las autoridades de ambos lados del Atlántico, incluido al Gobierno alemán y a la Comisión Europea (CE), y países como Francia o Italia ya han puesto en marcha sus propias investigaciones.

Winterkorn no tuvo más remedio ayer que entonar el mea culpa. En un escueto videocomunicado, el máximo responsable de la corporación con sede en Wolfsburg afirmó "sentir profundamente" haber roto la confianza de millones de personas en todo el mundo en la marca, en sus vehículos y en sus tecnologías. Aseguró que las irregularidades detectadas en los motores diésel de sus vehículos "van en contra" de la filosofía de la compañía y destacó que desde la empresa seguirán cooperando con las autoridades para clarificar este asunto, como su "máxima prioridad".

Además, añadió que Volkswagen hará "todo lo posible" para revertir el posible daño ocasionado y "todo lo necesario" para recuperar la confianza. Pero el diario alemán Tagesspiegel informó ayer de que Winterkorn, de 68 años, será sustituido el viernes por el presidente de Porsche, Matthias Müller, en la reunión que mantendrá el consejo de supervisión de la compañía, información que el grupo alemán rehusó comentar.

El número de vehículos afectados asciende a 11 millones en todo el mundo y son lo que tienen un motor del tipo EA 189. Algunos modelos que incluyen este motor son, por ejemplo, el Golf, Jetta, Passat o Beetle de VW y el Audi A3.

El escándalo de Volkswagen amenaza también como afectar a la imagen del resto de fabricantes europeos. Los franceses PSA Peugeot Citroën y Renault se apresuraron ayer a asegurar que cumplen con las normativas vigentes en todos sus mercados de destino. "PSA respeta los procedimientos de certificación existentes en todos los países en los que opera", señaló un portavoz del grupo que preside Carlos Tavares. "Renault es una compañía legalista. Nosotros respetamos todos los reglamentos y legislaciones en nuestros mercados", coincidió un representante de Renault.

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