Amancio Ortega acaba de cerrar la compra por unos 400 millones de euros de un nuevo edificio histórico en el número 32 de la Gran Vía madrileña, sede del grupo Prisa hasta 2008, que convertirá al fundador de Inditex en el casero de algunas de las firmas de moda con las que compiten las nueve cadenas de su multinacional. Es el caso de la irlandesa Primark, que inaugurará un local de 9.000 metros cuadrados que ocupará parte del bajo y las cuatro primeras plantas del edificio -diseñado en 1924 para albergar los almacenes Madrid-París-, en la que será su tienda más grande en España. Además de la cadena de bajo coste, el número 32 de Gran Vía tiene entre sus inquilinos a otras dos competidoras del gigante gallego, la sueca H&M y la española Mango, además de Lefties (de Inditex) y Sephora. A pocos metros de la plaza de Callao, el distrito en el que se encuentra la nueva adquisición de Ortega se ha dado en llamar el paseo de la moda.

El inmueble suma una superficie de 36.376 metros cuadrados distribuidos en nueve plantas de uso comercial y oficinas, donde se encuentran entre otros, los estudios de la Cadena Ser y fue adquirido por el brazo inversor de Amancio Ortega, Pontegadea, que llegó a un acuerdo con el consorcio liderado Drago Capital, un gestor de patrimonio inmobiliario, que compró el edificio a Prisa en 2008 y lo puso a la venta en octubre pasado. Aunque la cifra de la compra no ha sido desvelada, el precio de salida del también conocido como edificio Madrid-París era de 400 millones. Los propietarios se aseguraron así una buena plusvalía, dado que en 2008 desembolsaron 315 millones a Prisa por este edificio, la sede de El País en la madrileña Miguel Yuste y la de Radio Barcelona.

A falta de la cifra definitiva y concreta, la del número 32 de Gran Vía se convierte en la tercera o cuarta mayor operación inmobiliaria cerrada por Pontegadea en los últimos años, tras la compra en 2007 de una decena de sedes del Banco Santander por 500 millones en distintos puntos de España, el histórico Devonshire House en Londres (477 millones), a finales de 2013, y la adquisición de la torre Picasso en Madrid, en 2011, por otros 400 millones.

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El inmueble de Gran Vía se adapta además como un guante a la estrategia de Ortega, que adquiere edificios de oficinas en las mejores plazas de las principales capitales del mundo que en los últimos años encuentra a precios competitivos y le permiten asegurarse sus buenos ingresos mensuales en alquileres. El edificio, diseñado en 1924 por el arquitecto Teodoro de Anasagasti, está siendo sometido a una profunda rehabilitación impulsada por Drago Capital que pretende recuperar buena parte de su estructura arquitectónica original y que ha sido vigilada de cerca por la Comisión de Patrimonio Histórico Artístico.

El interés de Ortega por el ladrillo viene de antiguo. Son sus inversiones preferidas, sobre todo desde que la crisis derribó los precios del mercado inmobiliario. En los últimos años ha concentrado sus operaciones de mayor volumen entre los últimos meses del año y los primeros. El pasado día 7 trascendió su última gran operación, cerrada en los últimos días de 2014; la compra de un edificio de oficinas en Londres -sede de la multinacional minera Rio Tinto- de 11.000 metros cuadrados por 377 millones, situada en pleno West End y a unos diez minutos a pie del Palacio de Buckinham.