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El impacto adverso del abaratamiento del petróleo

La subida de tipos para frenar el IPC, la caída del rublo y la fuga de capitales amenazan al PIB

Uno y otro son el mismo fenómeno visto desde los dos lados de la relación. Cuando el dinero pierde valor es porque los bienes y servicios adquiribles con él se han encarecido y a la inversa. Que cuando cae el precio del petróleo baje la inflación en unos países (caso de España y la UE) y suba en otros explica el diferente impacto que tiene la cotización del crudo en los países productores y en los importadores.

La inflación destruye el valor del dinero y del ahorro y, por consiguiente, al igual que la depreciación monetaria genera brotes inflacionarios, la elevación del IPC mengua el valor de la moneda. Ambos hechos se retroalimentan. La inflación rusa, que ya era alta por su excesiva dependencia exterior, se ha disparado por encima del 9%.

El efecto inmediato ha sido la salida de capitales de Rusia, convirtiendo para ello rublos en dólares y euros. La misma conversión están haciendo e intentado hacer muchos ahorradores rusos aunque no vayan a sacar sus recursos fuera del país. Con la conversión de moneda, los inversores y ahorradores tratan de protegerse de la escalada inflacionaria (la inflación es un impuesto sobre la moneda nacional), del deterioro de valor del rublo ante un eventual empeoramiento de la ecuación de canje con otras monedas, del desplome de la economía del país y del riesgo de una recesión en 2015 e incluso de una suspensión de pagos como ocurrió en el verano de 1998.

Estos temores han llevado a la venta de los valores denominados en rublos, sean acciones, bonos u otros, con el fin de obtener liquidez para canjear la moneda nacional por otras divisas que ofrezcan mayor seguridad. Las ventas precipitadas y abundantes de títulos en los mercados de renta variable y de renta fija ha llevado a la caída de las cotizaciones y esto alimenta la crisis porque la tendencia bajista del parqué y demás activos merma la percepción de riqueza y las ganancias latentes de los inversores, lo que devienen en una fuerza depresora a su vez de la economía.

Muchos otros ciudadanos están deshaciéndose de sus pequeños ahorros en rublos para acaparar todo tipo bienes de consumo en las tiendas y en especial de aquellos productos que el país importa. Con ello tratan de acaparar existencias por temor al desabastecimiento por falta de suministros exteriores. También persiguen anticipar compras antes de que los precios sigan subiendo y de que su dinero continúe devaluándose. Con este proceder, los consumidores precipitan el escenario del que tratan de protegerse: la inflación sube más y el desabastecimiento se generaliza. Y la falta de suministros aún encarece más los artículos. Algunas tiendas llegaron a suspender las ventas en la confianza de que, si esperan, podrán vender más caro y por lo tanto con más beneficio.

La inflación beneficia a los deudores en detrimento de los acreedores pero no en términos externos. La depreciación del rublo supone que la deuda externa rusa, aunque no es disparatada, se agiganta y el peso de los débitos se acrecientan. La deuda externa de naturaleza pública representa el 12% del PIB y la deuda privada con el exterior suma otro 18%. Esto arroja un 30% sobre PIB, menos de un tercio de la española. Sin embargo las reservas en divisas, aunque aún suman 416.000 millones, están cayendo de forma acelerada: se han reducido en unos 80.000 millones. De aquí que el presidente ruso, Vladimir Putin, haya emplazado al Banco Central Ruso a no seguir "quemando" divisas en el mercado en la creencia de que con ello ni tan siquiera se parará la deriva del país. De las dos deudas externas, la que más preocupa ahora es la privada, que tiene vencimientos de 120.000 millones en los próximos meses.

Para frenar la escalada inflacionaria y para detener la caída del rublo (y por tanto la elevación del peso real del endeudamiento con el exterior) el Banco Central y las autoridades han subido los tipos de interés oficiales desde el 5,5% hasta el 17%. Se trata con ello a su vez de alejar el riesgo de impago y de frenar la huida de capitales ofreciendo rentabilidades más altas. Con ello también se busca incentivar el ahorro nacionales y frenar la furia compradora. El mayor interés es la remuneración lógica por el mayor riesgo que están asumiendo las posiciones en rublos. El mercado ya lo estaba demandando: en la medida en que se están deshaciendo posiciones en activos denominados en rusos, esos títulos deprecian su valor, lo que hace subir su rentabilidad, que es inversa al precio. El grave inconveniente es que una subida espectacular de las tasas de interés amenaza con profundizar más la caída del PIB del país y abocar a una recesión.

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