Los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) salieron ayer de su cumbre tan divididos como había entrado, pero con la decisión de mantener la producción de crudo en 30 millones de barriles diarios pese a la caída del precio y a la negativa de varios de sus integrantes, como Venezuela, que apostaba por recortar la producción para subir el precio del barril. La estrategia de aguantar, que lidera Arabia Saudí (principal productor de la organización), se explica por el intento de contrarrestar la competencia del petróleo de esquisto que Estados Unidos extrae mediante el sistema del "fracking".

La decisión de la OPEP tuvo una traslación inmediata a los mercados. El precio del barril de petróleo Brent, de referencia para Europa, aceleró su caída hasta cotizar por debajo de los 75 dólares, en mínimos de cuatro años. En lo que va de semana se ha hundido un 7,6% y pierde un 33% desde principios de año. El abaratamiento del petróleo coloca en una situación complicada a algunos de los miembros de la OPEP, como es el caso de Venezuela, que necesita que el barril de crudo se sitúe por encima de los 100 dólares para cuadrar sus cuentas. Algo similar a lo que le ocurre a Rusia.