La salida de Pemex de Repsol preocupa, y bastante, al naval vigués. Según fuentes del sector consultadas por este periódico, la industria auxiliar teme las repercusiones que esta operación pueda tener en el mayor astillero privado de España, la factoría viguesa de Hijos de J. Barreras, de la que posee el 51% de la propiedad. Aunque desde el principio de la relación de Pemex y con el naval gallego -que se remonta a mayo de 2012- fuentes de la petrolera negaron siempre que los posibles proyectos se pudiesen ver condicionados por su posición en Repsol, lo cierto es que los hechos dicen lo contrario. De hecho, el acuerdo final con Barreras no se anunció hasta el día siguiente en que Repsol llegó a un preacuerdo con el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner sobre la expropiación del 51% de YPF, a finales del pasado mes de noviembre.

La preocupación no es tanto por los proyectos ya firmados, como los floteles (de Barreras y Navantia) o el atunero de Procesa, sino por los que están en discusión (un supply, tres buques tanque y otras operaciones) y por la propia permanencia de Pemex en Barreras. La petrolera dejó claro desde un principio que su interés por Barreras, al margen de asegurarse la construcción de buques complejos, era la transferencia de tecnología hacia México, con la apertura de una filial mexicana de Barreras en la costa azteca, para la cual ya se habrían seleccionado algunos terrenos.

Además, el grupo ya ha cambiado algunas decisiones que afectaban directamente a los intereses gallegos, como la renovación de la flota menor de su filial de refinación. Pemex había anunciado que de los 22 buques proyectados, diez se harían en astilleros aztecas, y que las factorías gallegas tendían opciones de adjudicarse alguno de los 12 restantes. No obstante, como avanzó FARO, Pemex ha asignado finalmente toda la flotilla a empresas navales mexicanas, algunas en colaboración con el grupo asturiano Armón.