La banca acreedora de Pescanova y sponsor de la propuesta de convenio, conocida como el grupo del G7, ha conseguido ya más del 60% de los votos favorables al texto a escasas horas (15:00 de la tarde) de que finalice el plazo que dio el juez para adherirse o no al mismo. Funcionó por tanto una especie de carretaxe de votos, un corre ve y dile financiero de trajes y corbatas para pedir el apoyo de última hora. Llamadas a Londres, a Berlín, a Madrid, a París... El G7, la administración concursal y algunos consejeros independientes remaron hacia el mismo lado y han logrado espantar la liquidación. Los bancos, que optan oficialmente por la prudencia hasta que el acuerdo sea oficial, saben ya que tendrán que lidiar con un negocio que les es desconocido. Acaban de comprar la multinacional Pescanova.

Por la mañana la banca estaba "esperanzada" en lograr el voto favorable de la mayoría de los acreedores, pero era una sensación que no acababan de compartir algunos trabajadores de Chapela. Pasadas las ocho de la tarde, fuentes próximas a las entidades certificaron a este diario que estaba "hecho". A los votos del núcleo duro de la banca -Sabadell, Popular, NCG, CaixaBank, BBVA, Bankia y UBI Banca- se han sumado grandes entidades extranjeras como Deutsche Bank, Citigroup, HSBC, el ICO o la española Liberbank, por ejemplo. Solo el banco alemán acumulaba créditos ordinarios por 127,7 millones de euros, con lo que su apoyo ha sido más que relevante en esta operación. De acuerdo al inventario de acreedores elaborado por Deloitte, más de 500 millones de deuda financiera correspondían a las entidades del G7, aunque toda la deuda atrapada por Novagalicia Banco está calificada como subordinada y contingente y, por tanto, no puede votar.

Otros más de 600 millones de deuda están en manos de bancos de todo el mundo, tanto europeos como de países como Chile, Argentina o Noruega, así como entidades españolas más pequeñas como Catalunya Banc o Unicaja. Desde la banca siempre consideraron que, si lograban un acuerdo mejor que el que ofrecían Damm y Luxempart, serían capaces de "convencer" al resto de acreedores financieros. Antes de que el G7 asumiera la responsabilidad de ejecutar el convenio, ya habían votado en contra Bankinter, los chilenos del BCI, BES o Unicaja.

"Hubo trabajo nocturno, matutino y vespertino", ilustró una fuente conocedora del proceso. Y conforme bailaba el sol hacia el oeste -en Galicia solo se intuyó su presencia, tapado por las nubes-, los mensajes fueron evidenciando que "la cosa va bien". "Creo que lo conseguiremos", expusieron desde las entidades a media tarde. El "está hecho" llegó pasadas las ocho con la "satisfacción" de haber superado ampliamente el 50% requerido para aprobar el convenio. Desde las propias entidades reconocieron el trabajo de consejeros independientes, cuyo esfuerzo fue "clave" para lograr votos entre los acreedores. El todavía presidente de la entidad, Juan Manuel Urgoiti, podrá dejar la compañía con la satisfacción de haber impedido su liquidación, como siempre pidió.

A partir de ahora hay que esperar, en primer lugar, a que el juez cierre la ventanilla para recibir notificaciones de votos. A partir de ahí se abrirá el escrutinio, que puede dilatarse hasta la próxima semana. Así lo indicó también el conselleiro de Industria, Francisco Conde, en declaraciones a los medios. "Las adhesiones pueden enviarse por correo y tienen que llegar al juzgado, algunas desde Madrid, así que igual se sabe el miércoles (por hoy) el resultado o igual no, y sobre las previsiones también cabe la posibilidad de que alguno de los accionistas cambie el sentido de su voto así que el juez tendrá que ser el que dé el resultado", declaró. A continuación deberá convocarse la junta general de accionistas y empezar a levantar la nueva Pescanova, con una composición accionarial, un nuevo consejo de administración y un consejero delegado que sea capaz de dirigirla sin desmembrarla.