Como acertó en decir Julio Cortázar, "la esperanza es la vida misma defendiéndose". Es a la que se ha estado agarrando Pescanova para continuar activa desde hace más de un año, para repeler la amenaza de liquidación -que todavía no se ha despejado del todo- y para constatar que, en efecto, solo un acuerdo entre inversores y acreedores podía permitir a la pesquera seguir agarrada con uñas y dientes a la viabilidad. El juez de lo Mercantil 1 de Pontevedra, Roberto de la Cruz, validó ayer al mediodía los cambios introducidos en la propuesta de convenio de Pescanova a petición de los bancos. El magistrado recibió por la mañana una "visita de cortesía" de parte de la banca acreedora, encargada de explicar por qué se habían modificado partes del texto. El encuentro fue correcto y De la Cruz acabó por aceptar el anexo que permitirá que la banca se quede con la multinacional. Un "cambio de ciclo" para la pesquera, a juicio de su aún presidente, Juan Manuel Urgoiti, que todavía tiene muchos frentes abiertos.

Ayer sucedieron muchas cosas alrededor de Pescanova, una jornada que recordó los días en que los últimos consejos presididos por Sousa remataban a medianoche y todo parecía confuso. Terminó casi del mismo modo, con un hecho relevante remitido a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que plasma en página y media cómo los bancos se quedan con el que llegó a ser cuarto grupo pesquero mundial y los inversores que aspiraban a recuperarla, Damm y Luxempart, se echaban a un lado. Sobre las seis de la tarde, según pudo saber FARO, Pescanova -representada por el propio Urgoiti-, Damm, Luxempart y el llamado G7 (los bancos) firmaron en un notario de Pontevedra el "traspaso de poderes" o, en realidad, la responsabilidad de devolver la rentabilidad a la compañía.

Los consejeros de Grupo Damm y Luxempart, que poseen más del 12% de la multinacional, plasmaron por escrito su renuncia al consejo de administración "de forma voluntaria", como explicaron desde Barcelona. "Durante todo este tiempo lo que hemos intentado es evitar la liquidación de la empresa", añadían fuentes próximas a Damm, que vio cómo se rompía un preacuerdo con la banca por 300 millones de euros. La cervecera quería dejar Pescanova con 700 millones de deuda y pagarla a los bancos en 15 años máximo. La banca pedía 1.000 y, como avanzó FARO en exclusiva el pasado jueves, recuperará esos 1.000. "El consejo de administración hace constar su reconocimiento y gratitud" a Carceller y François Tesch -representante de Luxempart- por el esfuerzo, interés y dedicación en la búsqueda de soluciones para Pescanova", agregó la firma en la nota remitida a la CNMV.

¿Y ahora?

La banca inyectará 125 millones de euros de fresh money -dinero fresco- en Pescanova de manera proporcional a la deuda que tienen contraída con la compañía. Banco Sabadell será el máximo accionista, por delante del Popular o CaixaBank. Pero, además, tratará de captar 300 millones de euros entre los acreedores con el compromiso de que, por cada euro invertido, recuperarán 2,4 euros. Eso sí, se trata de deuda subordinada y se devengará a un 1% anual -como la deuda junior de la banca- y se amortizará a vencimiento, en 20 años. "En caso contrario, dicho interés se devengará igualmente, si bien, en lugar de ser pagado, será capitalizado y satisfecho al vencimiento final", puntualiza el documento remitido por Pescanova a la CNMV.

La deuda con la que la multinacional partirá en el momento en que salga de concurso, si así sucede, será de 1.000 millones. 300 millones tendrán la categoría de supersenior, según pudo constatar este periódico. Otros 400 euros serán senior y, como avanzó FARO, los 300 millones se abonarán en un nuevo tramo incluido en el anexo que ha modificado la propuesta de convenio abanderada antes por Damm y Luxempart. Para que la propuesta de convenio prospere y la amenaza de la liquidación sea un mal sueño dentro de unos años, los bancos promotores de este movimiento (Sabadell, Popular, NCG, CaixaBank, Bankia, BBVA y la italiana UBI Banca) necesitan tener el apoyo de más del 50% de los acreedores ordinarios.

Por ahora no lo tienen. Esta es la preocupación que existe en Chapela, que las 24 horas que tienen las entidades para sumar apoyos -ayer ya se realizaron decenas de llamadas a otros bancos para "recoger" votos- no sea suficiente para obtener más de ese 50% del pasivo. Un gran handicap es el caso de Novagalicia Banco, ya que toda su deuda (147,2 millones) fue calificada como subordinada o contingente por la administración concursal, Deloitte. Desde el mercado el mensaje que emerge es que se ha logrado disipar la "incertidumbre" que genera una liquidación, que era la opción por la que la banca apostaba hace apenas una semana. "Con los votos a favor del G7 no llega", explicaban fuentes conocedoras del proceso. Para superar cualquier posible contingencia, la maquinaria de asesores de los bancos se ha puesto a funcionar con la esperanza de que las "mejoras" introducidas en el convenio convenzan a los bancos, especialmente los extranjeros.

"La mejor victoria es vencer sin combatir", dijo Sun Tzu. El "cambio de ciclo" llega sin reproches de Damm o la banca. El esfuerzo que Pescanova necesita a partir de ahora ya es un combate de por sí solo.