Mientras el conflicto entre Repsol y Pemex se agudiza con metralla dialéctica a uno y otro lado del charco, los astilleros Hijos de J. Barreras y Navantia tachan días del calendario a la espera de que el 30 de diciembre, por fin, la petrolera azteca les adjudique el contrato para la construcción de dos buques hotel (floteles). Si prosperan las pretensiones de los mexicanos ese día Antonio Brufau no será presidente de Repsol y la compañía española habrá hecho "cambios" en su gestión. En caso contrario, el 30 de diciembre puede ser una fecha más como lo fue el 29 de noviembre o el 6 de diciembre, para cuando también estuvo programado el acto de adjudicación del contrato. Desde la patronal del metal Asime reclaman que las operaciones de los floteles no sean una "moneda de cambio" respecto al "posible" litigio societario entre los gigantes petroleros.

"No deben serlo ni por repercusión económica ni por lógica empresarial", replica su portavoz, Enrique Mallón. El naval gallego se afana en reivindicar su buen hacer porque, como señalan desde el sector, "trabajamos siempre sin intermediaciones políticas y podemos seguir haciéndolo". Lo que no quieren los empresarios ahora es que esto mismo -litigios ajenos al naval- echen al traste los contratos. En este sentido Mallón defiende la calidad de la industria de Galicia. "Pemex necesita que los floteles sean hechos con una determinada calidad y seguridad de resultado, y entendemos que esto será lo que determine la decisión final", claro está, para el "proyecto gallego".

La plantilla de Navantia en Ferrol cuenta los días antes de despedir al único buque que tienen en el dique, el LHD Adelaide. En Vigo, la plantilla de Barreras recibe mensajes de tranquilidad por parte de sus responsables a la espera de la fecha de adjudicación de los floteles (y de la firma de una nueva prórroga del contrato suscrito entre la filial PMI -de Pemex- y los dos astilleros).

La mediación de Soria

Lo cierto es que, pese al reclamo de Asime, el ministro de Industria, José Manuel Soria, ya fracasó en su intento de que Pemex separara sus grandes diferencias con Brufau de los floteles. El consejo de Repsol se reúne este miércoles en un día clave no solo para las relaciones con Pemex, sino para las de España con México y, de forma colateral, para el futuro inmediato de los dos astilleros gallegos y su industria auxiliar.

Desde la capital federal mexicana inciden en que "Pemex no tiene prisa" por resolver un "contrato que no deja de ser menor", ya que está inmersa en la reforma energética promovida por el presidente Enrique Peña Nieto. Esta normativa, como señala a FARO un experto del país, incluye la posibilidad de nuevos contratos en producción y exploración de aceite y gas natural "y es la prioridad no de Pemex, sino de México". La petrolera mexicana no solo quiere resolver por la vía del diálogo la expropiación de YPF -y participar del yacimiento de Vaca Muerta, un tesoro-, sino que Repsol participe con ella en estos nuevos yacimientos en la zona de Campeche.

Brufau es el dique, entienden en México DF. Atribuyen al presidente de Repsol la creación de una "campaña mediática" en su contra y sostienen que el "rumor" sobre la posible intención de Carlos Slim de comprar un 10% de la empresa española salió del directivo español.

"Pemex no va a salir ni a poner un euro más, pero eso no significa que vaya a pelear para que haya cambios" en Repsol, dice el mismo experto. La batalla está enconada entre las acusaciones de "chantaje" por parte de los medios españoles hacia Pemex con el contrato de los floteles y la de "ataque" por parte los mexicanos hacia la sociedad pública presidida por Emilio Lozoya. Este directivo está íntimamente ligado a Peña Nieto, que a su vez tiene una "magnífica relación" con su homólogo español, Mariano Rajoy. Mientras el conflicto no amaina, en Asime piden "contundencia" al Gobierno para "recuperar" la industria naval gallega, que aún está "activa" pero necesita llenar sus gradas de nuevos encargos.