Finn Erling Kydland (Noruega, 1943) vive y enseña macroeconomía en Estados Unidos, donde colabora con el banco central de Obama, aunque no se corta a la hora de asegurar que las políticas de estímulo público de Norteamérica están condenadas al fracaso, frente a la austeridad auspiciada por la alemana Merkel. Su propuesta para salir de la crisis es tan clara como opuesta a lo que hace España: el camino es la innovación y la tecnología, previo control del déficit, que considera el único gancho para atraer inversores. Por esa vía, España, augura, saldrá de la crisis con más fuerza que nunca en "tres, cinco o diez años". Su mensaje suena duro, pero luce una propensión a la broma que ablandaría al más keynesiano, pese a sus duras críticas a quienes apuestan por endeudarse como receta para salir de la crisis.

- Le escuché decir que España está mejor que hace seis años. ¿En serio? ¿Palabra de Nobel?

- (Risas) No, no me refería a que estuviera en una situación más saludable, que claramente no es el caso, sino a que sabemos mejor que hace seis años cuáles son las debilidades de la economía española. Darte cuenta de que estás enfermo y saber cuál es tu enfermedad son los pasos para curarte. España ya conoce sus debilidades.

- ¿Cuáles le preocupan más?

- Casi no ha aumentado la productividad en 15 años. Eso evidencia que no ha habido suficiente innovación, ni implementación tecnológica, ni desarrollo de nuevos sectores y productos.

- ¿Hay solución? Quiero decir: ¿llegamos tarde a la carrera por la innovación?

- No conozco al detalle en qué punto exacto está la innovación española, pero luego le enseño un gráfico llamativo y deprimente...

- Mire que ya estamos muy deprimidos...

- (Ríe) Lo sé, pero el gráfico muestra que España se ha ido quedando rezagada desde hace más tiempo de lo que la gente suele pensar. Llevan ustedes quince años de retraso, en los que su falta de competitividad quedó disimulada por el ingreso en la zona euro y por la consecuente burbuja inmobiliaria.

- Habla usted de restaurar la liquidez y estabilizar el sistema financiero como clave para salir de la crisis, pero su discurso no suena muy amigo de rescates de bancos. ¿Deberíamos haber dejado caer a alguno?

- Los bancos mal gestionados tienen que hacerse responsables de sus errores. El incentivo a la buena gestión de una banco son sus beneficios, y lo más desincentivador es la ruina. Al final, rescatar bancos es incentivar la mala gestión y premiar a los malos gestores.

- Los bancos españoles, o más bien las cajas, han consumido 40.000 millones públicos tapando errores de gestión. ¿Es justo e imprescindible el rescate de quienes iniciaron la crisis?

- Es una buena pregunta. No está claro que sea buena idea con cualquier tipo de banco. Si se trata de un banco muy grande, cuya caída pueda contagiarse al resto del sistema, puede ser, pero en general yo creo que los bancos que están en bancarrota no deben ser rescatados. Partimos de que hay seguros para cubrir a los ahorradores. Dejar caer un banco es siempre doloroso al principio, pero a largo plazo es la decisión más sensata. Puedo entender que algunos de los que caen queden bajo el control del Gobierno, cuando lo que tienen es un problema de liquidez pero el banco está sano, porque ha dado bien sus créditos a quien puede devolverlos. Pero si no es el caso, se incentiva al que lo hace mal.

- Sus trabajos sobre la necesidad de buscar una estabilidad presupuestaria le valieron el Nobel. ¿Qué le parecen los aumentos de impuestos decretados por Rajoy? Tenemos el IVA al 21%...

- No es para tanto: en Noruega es del 24%. (Ríe a carcajadas)

- Vive usted en Estados Unidos: allí es mucho más bajo.

- Cierto. ¿De qué IVA venían?

- Del 16 pasamos al 18% y luego al 21%. Y además se está viendo cómo esa subida no está permitiendo recaudar más en todo el país. ¿Son las subidas de impuestos directos la receta adecuada para un país con seis millones de parados y una crisis grave de consumo interno?

- Bien, la deuda pública española es alta, así que es razonable buscar una solución para conseguir unos ingresos extra. Subir el IVA es una de las medidas que menos dañan a los países a largo plazo. A nadie le gustan las subidas de impuestos, pero con esta deuda, no es descabellado.

- Otros premios Nobel como Stiglitz y Krugman dicen que Europa y España se suicida con sus subidas de impuestos y recortes de gastos en plena crisis. Supongo que no está de acuerdo...

- No, no lo estoy. La cuestión es conocer los detalles de la austeridad: hay recortes que no son inteligentes. Todo lo que aumente la productividad futura no debe ser recortado. Las inversiones en educación, en innovación, en tecnología, eso no debe ser recortado. Podemos acepta incluso infraestructuras importantes, pero no me refiero a aeropuertos desde los que nadie vuela, sino a infraestructuras útiles. Fuera de eso, la austeridad es precisa ahora.

- Lo que ocurre es que España vive una situación de paro dramática. ¿Se puede crear empleo gravando el consumo y parando el motor público, cuando el privado no funciona?

- Hay que pensar que estas medidas de austeridad son temporales, no es un planteamiento a largo plazo. El Gobierno no puede seguir haciéndolo siempre, debe promover lo que hablábamos, todo lo que genere a largo plazo.

- ¿Piensa usted que nuestros gobiernos piensan a largo plazo o solo miran a las elecciones?

- Unos pocos gobiernos piensan solo a largo plazo, como Noruega. Otros piensan solo a corto plazo, como Argentina. España está a medio camino de unos y otros.

- La deuda pública elevada espanta a los inversores, dice usted, pero los problemas sociales y la inestabilidad en la calle también. ¡Todas las salidas parecen malas!

- La solución es estar seguros de lo que haces a largo plazo. No conozco España para saber cuánto tiempo puede aguantar su sociedad esta austeridad, pero es necesaria una austeridad selectiva. Si se hace bien la economía no va a empezar a crecer rápidamente, pero sí lo hará a largo plazo.

- Cuando dice largo plazo, ¿a cuánto tiempo se refiere?

- Hablo de tres, cinco, diez años.

- En sus publicaciones plantea que "el peor enemigo de la prosperidad es la incertidumbre". No parece que nuestros gobernantes lo tengan muy claro...

- Así es. Mi planteamiento durante años ha sido ese: los gobiernos están generando incertidumbre innecesaria. Se vio con la crisis griega: hicieron una cosa, no funcionó, hicieron otra, tampoco, luego otra... y la situación cada vez peor. El resultado es que nadie sabe qué se les va a ocurrir después, y así es difícil plantear inversiones, negocios, políticas. Lo que necesitamos es que el Gobierno se comprometa con algo estable en lo que la gente, los empresarios e inversores, puedan confiar.

- Trabaja usted para la Reserva Federal (el banco central, órgano que controla la política monetaria de Estados Unidos)...

- Bueno, solo como investigador. No les doy consejos, porque no me hacen ningún caso (risas).

- Pero puede analizar la diferencia de visiones entre el banco central americano y el de Europa, que están tomando decisiones opuestas: Estados Unidos da liquidez, apuesta por el estímulo sin parar, mientras Europa insiste en la austeridad como única vía. ¿Quién se equivoca?

- La Reserva Federal.

- Estados Unidos ha vuelto al crecimiento y crea empleo, pero Europa, con España a la cabeza, han caído de nuevo en recesión...

- (Sonríe con picardía) Eso dicen algunos, pero, no, no: luego le voy a enseñar unos gráficos...

- Cuente, cuente...

- Claro. Si mira el crecimiento del PIB per capita desde hace 60 años, de 1947 a 2007, y observa la tendencia, verá que, con altibajos, progresa razonablemente bien. Luego en 2008 y 2009 la economía de Estados Unidos cae un 12% sobre esa media, una caída gigantesca. Después nos empezamos a recuperar, pero tan poco a poco que no nos hemos siquiera acercado a la tendencia previa. EE UU no ha salido de la recesión en absoluto.

- Según lo ve usted, Angela Merkel y su austeridad están acertados, pero Obama y sus políticas expansivas prometen fiasco...

- Mi impresión es que ella tiene una gran percepción de cómo se va a desarrollar a largo plazo la carrera por el crecimiento.

- ¿Es el euro una utopía, como dicen algunos economistas?

- El problema de Italia, España, Portugal es la falta de productividad, y hay que ir una décadas atrás para encontrar las razones. Hablar del euro es una maniobra de despiste, una cuestión secundaria. La solución pasa por innovar. La clave del éxito de los países hoy en crecimiento son pequeñas industrias muy innovadoras, que crecen rápido con nuevos productos, nuevas formas de hacer las cosas.

- Escuchándole cuesta entender el Premio Nobel. De un lado tenemos a Krugman pidiendo políticas de estímulo, inversiones públicas casi a cualquier precio. De otro, usted, diciendo lo contrario: austeridad e inversiones públicas solo selectivas.

- Krugman no es un macroeconomista, es un sensacionalista, solo escribe para los periódicos. No sé si no entiende o no quiere entender las dinámicas que mueven la economía. Cuando aprenda macroeconomía comprenderá los modelos y dejará de decir algunas cosas (Ríe a carcajadas).

- El gobernador del Banco de España propone eliminar el salario mínimo para reflotar la contratación. ¿Qué le parece?

- No soy un economista laboral, pero la cuestión es objeto de polémica en economía. Me resulta difícil dar respuesta a algo que no domino, pero hay estudios de otros colegas que dicen que mantener o subir el salario mínimo protege al trabajador con empleo, pero dificulta la entrada de jóvenes al mercado laboral, y ustedes tienen un problema de empleo juvenil. Es decir, reducir el salario mínimo es bueno para los jóvenes.