El grupo PSA Peugeot Citroën propondrá mañana la congelación salarial en todas sus plantas francesas con el objetivo de ahorrar costes y mejorar su competitividad, en línea con lo que han asumido otros fabricantes como Renault-Nissan. Lo aseguró ayer el sindicato galo CGT (la central mayoritaria en el país), que denunció que el "nuevo contrato social" que la multinacional y los representantes de los trabajadores en Francia empezarán a negociar el miércoles es un "chantaje" a las plantillas que supondrá el recorte de derechos laborales. La CGT afirmó que además de bloquear cualquier aumento salarial, la multinacional pretende imponer la movilidad "forzosa" de empleados entre sus factorías en función de sus intereses.

La Confederación General del Trabajo (CGT) no es la primera fuerza sindical en manifestar su rechazo al nuevo contrato social que empezará a negociarse mañana. El grupo necesita el visto bueno de tres de las cinco organizaciones sindicales con representación en sus fábricas para aprobarlo. Además de la CGT, participarán Fuerza Obrera y la Confederación Francesa de Trabajadores Cristianos, que también avanzaron que se opondrán a cualquier medida que afectase a los salarios de los trabajadores.

Para la compañía, se trata de "definir con las organizaciones sindicales las condiciones y los medios apropiados para servir a la ambición del grupo para seguir siendo un constructor automovilístico anclado en Francia". "El objetivo es comprometer a los asalariados, individual y colectivamente, con la visión estratégica y con los proyectos de futuro de la empresa, así como renovar y reforzar el diálogo social para anticipar, compartir y acompañar los proyectos de reestructuración", señalaron fuentes de PSA.

Según la CGT, PSA propondrá la congelación de salarios y libertad total a la de hora de mover al personal entre fábricas, cuestiones inaceptables para el sindicato. El grupo aprobó medidas similares el año pasado en la factoría de SevelNord, en el norte de Francia, un centro en el que se fabrican vehículos industriales y que estaba compartido con la italiana Fiat. El plan de competitividad pactado entonces permitió al centro adjudicarse el lanzamiento de una nueva generación de furgones (proyecto K-Zero), que de otra forma hubiese recaído en otra planta más competitiva en costes.

La CGT denuncia que las negociaciones son en realidad un chantaje de la multinacional, que utilizará la amenaza del desempleo como instrumento para reducir los derechos laborales. Algo similar se ha pactado en las plantas del otro fabricante francés, Renault. En su caso, se pactó trabajar un 6,5% más al año, congelar salarios (lo que, unido a la anterior medida, supone en realidad una reducción salarial: trabajar más y cobra lo mismo) y recortar 7.500 empleos hasta 2016 por la no sustitución de jubilaciones.

Sin embargo, la situación en el grupo PSA es más grave. La compañía perdió más de 5.000 millones de euros en 2012 (consumía más de 200 millones mensuales), lo que obligó a poner en marcha un plan de reestructuración que incluye el cierre de una planta, el redimensionamiento de otra y el recorte de más de 6.500 puestos de empleo en el país.