El administrador concursal de Pescanova, Deloitte, mantuvo ayer una conference call con el grupo de bancos que representan a los acreedores financieros con la intención de solicitar una inyección de liquidez. Dinero fresco, fresh money en el argot jurídico, que debe superar los 50 millones de euros para salvar la pesquera de su colapso. Un préstamo no sujeto a quitas, con prioridad de cobro, solo destinado a financiar circulante y estrictamente detallado para que la banca se preste siquiera a estudiarlo. Los gestores que están al servicio de Deloitte en el concurso de Pescanova, Senén Touza y Santiago Hurtado, conocen las condiciones de la banca pero ayer no pudieron facilitar toda la documentación.

"Entendemos que deben tener un follón muy grande de documentación", explicaron desde una de las entidades. Deloitte, pese a verse obligada a celebrar otra reunión con la banca, se comprometió a todos los datos durante la pasada noche de modo que, esta vez sí, los bancos pueden decidir hoy si auxilian o dejan caer a la segunda multinacional gallega. "La empresa tenía que habernos facilitado un plan de negocio para el préstamo, detallando las necesidades de capital y su finalidad", agregaron desde la banca. Asimismo, Deloitte tenía que haber notificado cuánto capital iba a pedir a cada entidad y la cantidad exacta de liquidez que mantenga Pescanova a flote "para no tener que llegar al mes que viene con que la empresa necesita otros 50 millones más".

Con o sin Sousa

Los papeles que esta noche habrá enviado la auditora encargada de gestionar al gigante pesquero "no puede ser cualquier cosa", sostienen los bancos. "Tenemos que estudiar si es posible, qué interés ofrecen a cambio y otros detalles que todavía no conocemos". La dimensión y los recovecos de la firma hacen de este encargo una tarea hercúlea, máxime para dos economistas que acaban de aterrizar en Chapela. "La gestión del presidente (por Manuel Fernández de Sousa) siempre fue personalista, pero hasta que saltó la crisis teníamos confianza en él", explica un consejero de la compañía. "Él puede decirte de memoria los datos de Namibia, Chile, Australia o con quién hay que hablar en cada departamento público de Sudáfrica", sostiene otro.

Por esta razón, la gestión cerrada y hermética del empresario en la compañía que fundó su padre puede ser un arma de doble filo que dificulte aún más la tarea de la administración concursal. Críticos o no, varios miembros de este órgano -que ha perdido sus facultades ejecutivas por orden judicial- coinciden en que, "pese a todo lo que ha pasado, quizás Sousa pueda ser necesario para intentar arreglar lo que Sousa estropeó". Lo que está claro, a su parecer, es que los tiempos y la experiencia de los gestores absorben la arena del reloj como una aspiradora.

Hasta la fecha, los problemas de liquidez han provocado -además del concurso de la matriz-, la declaración de insolvencia de su mayor filial, Pescafina, de su firma en Argentina (Argenova) y la quiebra de Pesca Chile. El administrador concursal de esta última, Herman Chadwick, se trasladó ayer a Punta Arenas (al sur del país) para notificar los despidos a los trabajadores, según fuentes de la compañía.