Las dificultades económicas han disparado en los últimos seis años el número los procesos de renuncias a herencias por no poder hacerse cargo de las deudas que muchas acarrean o los impuestos a los que el legado está sometido. En Galicia, el incremento fue del 137% al pasar de 544 casos a 1.291 entre los años 2007 y 2012.En el conjunto de España el número de procesos se duplicó desde que empezó la crisis. Solo el año pasado se dieron 23.228 casos. Dentro de estas cifras están tanto las renuncias totales, como las parciales, aquellas en las que únicamente algunos de los herederos muestra su rechazo en favor del resto.

La ley recoge que el heredero es responsable de todas las cargas de la herencia, tanto las buenas (inmuebles, dinero...) como las malas (deudas). Las estrecheces económicas, con el creciente incremento del desempleo, son las que explican en la gran mayoría de los casos el rechazo a recibir una herencia.

Según fuentes del Colegio Notarial, ahora "ni los herederos tienen una situación económica buena para poder afrontar las deudas del fallecido, ni las herencias están compuestas sólo de bienes". El fuerte endeudamiento de las familias explica que en muchos casos las herencias traigan consigo préstamos hipotecarios, créditos personales.... Incluso, si el fallecido había avalado a sus hijos por la compra de una casa, esta responsabilidad se traslada al que acepta la herencia.

Otro factor que pesa bastante a la hora de renunciar a una herencia son los impuestos a los que hay que afrontar: el de sucesiones y en algunos casos el que grava el incremento de valor de los terrenos de naturaleza urbana, la conocida como plusvalía.

¿Qué pasa cuando se renuncia a una herencia? En el caso de que el rechazo sea parcial (es decir, que uno de los beneficiarios renuncie) son el resto de los herederos quienes tienen que hacerse cargo de la herencia y sus consecuencias, a no ser que el testamento establezca lo contrario.

Más complicado es el caso de que todos los beneficiarios lo rechacen. Puesto que la herencia no desaparece, pasaría a las sucesivas líneas de herederos establecidas para la sucesión sin testamento". Si todos ellos renuncian la herencia quedaría en manos del Estado o bien de la correspondiente comunidad autónoma.