El observatorio económico Regiolab ha incluido en uno de sus últimos informes una alerta sobre el comportamiento de la tasa de empleo, calculada no con la metodología europea sino según es estimada por el Instituto Nacional de Estadística (INE): medir el tamaño de la población mayor de 16 años que trabaja. Este cálculo pone en relación el número de personas ocupadas (asalariados, autónomos, empresarios...) con una porción de los habitantes en la que están incluidos, además de trabajadores y parados, los llamados "inactivos" (pensionistas, prejubilados, amas de casa, estudiantes...).

Los datos reunidos por Regiolab indican que solo en Madrid y Álava tienen trabajo más del 50% de las personas adultas; el noreste (Cataluña, Aragón y La Rioja) presenta tasas superiores a la media (43,47%). En Galicia, solo Ourense está por debajo del 40%, al situarse en el 36,47%. Mientras, A Coruña es la que presenta una tasa superior (45,70%), seguida por Pontevedra (41,08%) y Lugo (40,51%). La cola está ocupada por Cádiz, Zamora, Cáceres y Jaén, las tres por debajo del 35%.

"Tenemos cada vez más personas dependientes del trabajo del resto y son cada vez menos quienes sostienen la sanidad, la educación, las pensiones, las prestaciones del paro...". Begoña Cueto, profesora de Economía y Empresa e integrante de Regiolab, hace ese diagnóstico para llamar la atención sobre el impacto que la gran recesión está teniendo sobre la tasa de empleo de los españoles: en 48 de las 50 provincias del país la proporción de las personas mayores de 16 años que trabaja es inferior a la mitad, y en 17 no se llega al 40%. El poder destructor de esta crisis se está llevando por delante los avances que había conseguido España.

La tasa de empleo es uno de los indicadores laborales que más tiene en cuenta la UE cuando fija los objetivos de desarrollo económico. Una alta proporción de ciudadanos con trabajo se corresponde con un nivel de prosperidad elevado y por lo general con un Estado del bienestar sostenible. Bruselas usa como baremo el porcentaje de la población entre los 20 y los 64 años con ocupación.

La llamada "Agenda de Lisboa", aprobada con la entrada en el siglo XX, estableció como objetivo que los países miembros consiguieran en 2010 que siete de cada diez individuos con edades comprendidas entre las citadas estuviera trabajando. España casi lo logró a la altura de 2007, pero a partir de ahí la crisis ha triturado 3,8 millones de puestos de trabajo y la tasa de empleo se ha desplomado diez puntos.