Senén Touza Touriño tiene 41 años y es hijo de otro conocido Senén Touza, que fue presidente de los armadores de Marín durante 20 años. La vinculación al mar del padre se trasladó al niño desde la cuna, y el azar -y su valía profesional- han querido que el economista gallego sea uno de los dos gestores escogidos por Deloitte para intentar salvar Pescanova. "Su relación con el mar ha sido por afición y por la vinculación que ya tenía en la familia", explica el padre a FARO. "Antes de hacer la mili me dijo que o embarcaba en el Elcano o objetaba, lo tenía muy claro".

Touza padre habla de su hijo como un "chico normal", amante de la vela como sus otras dos hijas. "Cuando eran pequeños venían a la lonja de Marín a descargar pescado, querían ganarse unos dineros y se trabajaban como cualquiera", explica. La familia vivió frente a la costa de la Ría de Aldán hasta el año 2005, de ahí su especial vínculo con el concello de Cangas.

"En mi casa siempre escucharon hablar del mar y de las problemáticas de la pesca". No solo por el trabajo del progenitor, sino por la vinculación que la familia de Touza y de su esposa tuvieron siempre con los barcos y las redes. "Sus abuelos tenían barcos también y yo empecé a trabajar en la lonja a los 14 años", explica el empresario marinense.

Senén Touza Touriño estudió en el colegio de los Paúles y en la Universidad de Deusto. Cuando finalizó sus estudios de económicas ya fue fichado por la consultora Arthur Andersen, que esperó por él a que terminase el servicio militar obligatorio a bordo del Juan Sebastián Elcano. "El padre de su mujer, con la que lleva desde los 15 años, también fue contramaestre de barcos congeladores", explica el padre del economista.

"Es un chico normal, un loco del Celta, un chaval al que nunca se le han subido los humos. Pero algo bueno debe ser, ¿verdad? Si le han encargado un tema tan complicado", ríe Senén padre. El camino para el joven economista será, seguro, complicado en Pescanova.