Los pies de Pescanova se mueven cada día con más dificultad, sepultados en un lodazal de crisis financiera, societaria y mediática que nadie en el mercado habría presagiado hace apenas dos meses. Nadie excepto su presidente, Manuel Fernández de Sousa, según parte del consejo de administración, que habla abiertamente de uso de información privilegiada tras desprenderse de casi el 7% del capital de la compañía justo antes de la entrada en preconcurso. Según la versión oficial ofrecida el lunes por la multinacional con sede en Chapela, el presidente vendió 1.986.196 títulos entre el 4 de diciembre y el 27 de febrero (fecha en que se reunió el consejo y no se aprobaron las cuentas) para "aportar liquidez a la compañía". ¿Cuánta? Es una respuesta que no se conoció hasta ayer y que ha vuelto a dejar a Sousa en boca de todo tipo de acusaciones. "El presidente de Pescanova" realizó un "contrato de préstamo" a la compañía por 9,3 millones de euros.

La situación, por tanto, es la siguiente. Fernández de Sousa ingresó más de 31,5 millones de euros con la venta de la mitad de su capital, operación que ejecutó en 46 operaciones distintas y de la que no informó a nadie. De ese dinero, prestó 9,3 millones a Pescanova, pero ya ha recuperado gran parte del préstamo. Así lo reconoció el propio Sousa ante sus consejeros, a los que cifró en cuatro millones de euros el dinero que había recobrado de ese préstamo exprés.

¿Y los apuros de liquidez?

Se da la circunstancia que, según Pescanova, los 9,3 millones se ingresaron en la multinacional en los días 7, 8 y 18 de febrero, mes en el que no se pudo refinanciar un préstamo sindicado por 15 millones y que precipitaron la solicitud de preconcurso de la multinacional, registrada en Pontevedra el 1 de marzo. Sousa estuvo vendiendo acciones hasta 48 horas antes, el 27 de febrero. Ese día hizo una caja, en concreto, de 199.080 euros con la venta de 12.000 títulos a 16,59 euros cada uno.

De este modo, el hijo del fundador de la compañía no aclara a dónde destinó los 22,23 millones restantes fruto de sus ventas masivas de acciones en el mercado. Operaciones que, por cierto, no reconoció hasta ayer. En una nota remitida a los medios y a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Pescanova aseguró el lunes que "Fernández de Sousa, preocupado por la situación de tesorería del grupo y las dificultades que Pescanova tenía para financiarse, decidió poner su patrimonio a disposición de la compañía". Pero, como se supo ayer, solo ofreció algo más de una cuarta parte de lo que se embolsó vendiendo acciones de su empresa en la bolsa de Madrid.

Además, de acuerdo con la información facilitada por la multinacional gallega al regulador bursátil, "el tipo de interés" que se fijó para este préstamo fue del 5%, como así está "fijado en la Ley de Presupuestos del Estado". "El plazo para su amortización, según el contrato firmado, era de tres meses contados a partir del 7 de febrero", ahondó Pescanova en la misma nota informativa. De este modo se desprende que Fernández de Sousa amortizó (cobró) por anticipado parte del mismo, toda vez el plazo para recuperarlo expiraba el 7 de mayo.

Esta no es una cuestión menor teniendo en cuenta que, dado que Sousa reconoció en el consejo haber recuperado casi la mitad de su préstamo, se garantiza que la mayor parte de su patrimonio líquido (dinero en efectivo) no está atrapado en el concurso de acreedores, que solicitó formalmente este lunes pero que fue aprobado en el polémico consejo del 4 de abril con cinco de los doce votos en contra. Al haber cobrado ya cuatro millones de los 9,3 que concedió a la compañía que preside desde hace 20 años, solo la mitad entran en la categoría de créditos contra la masa, sujeto a quitas en caso de un convenio de acreedores o a causa de una eventual liquidación de la sociedad.

La venta de las acciones se produjo, además, en un contexto de relativa calma en el mercado de renta variable (lo que conocemos como la bolsa). Él ingresó más de 31,5 millones después de vender cerca de dos millones de acciones ya que la media en la que se movió la cotización de las acciones de Pescanova entre enero y finales de febrero fue de 15,57 euros. De haber vendido ahora los mismos títulos habría hecho una caja de 11,738 millones de euros. Esto es, habría perdido más de 19,8 millones de euros.

Si las acciones de Pescanova volviesen a cotizar -llevan suspendidas desde el 12 del mes pasado-, los accionistas se encontrarían con una situación bien distinta de la que gozó Fernández de Sousa cuando, sin comunicación alguna, se quedó con apenas 1,2 puntos más de capital social que el segundo socio, el grupo catalán Damm. Esta compañía, junto con Luxempart e Iberfomento (que pidieron a Sousa que abandonara la presidencia en la última reunión del consejo) superan holgadamente la participación que podría considerarse como gallega en el cuarto grupo pesquero del mundo.