Once de las doce personas que componen el consejo de administración de Pescanova decidieron ayer, en plena tormenta, dar más tiempo a la auditora BDO para determinar a cuánto asciende su desfase contable. Lo hicieron por unanimidad, y acordaron "ratificar la línea de reestructuración de la deuda", que pasaría por cambiar a largo plazo los pasivos que vencen próximamente y a los que la segunda multinacional de Galicia no puede hacer frente. Este es el breve resumen que Pescanova hizo de una reunión de ocho horas de duración en una nota enviada a la Comisión Nacional de Valores (CNMV) por triplicado a las 22:49 horas de la noche, en la que no determinó qué otros puntos se tocaron en la maratoniana sesión, convocada de manera extraordinaria.

"Una vez escuchado el informe de la Comisión de Auditoría", reza la comunicación, el máximo órgano ejecutivo de la compañía solo pudo dar el plácet a la reestructuración de la deuda, un remedio obligado y que la banca acreedora ya había recetado a la empresa. Del mismo modo, los once consejeros presentes dedicaron gran parte del encuentro a "analizar" la información "aportada" por la compañía y los auditores (de BDO) sobre el descuadre en las cuentas que la propia empresa reconoce tener. "Se analizó el progreso de los trabajos referentes al hecho relevante comunicado el 12 de marzo". ¿Cuál fue? Se trata de la nota firmada por el presidente de la empresa, Manuel Fernández de Sousa, en la que reconocía un desfase en las cuentas, "discrepancias entre nuestra contabilidad y las cifras de deuda bancaria que pudieran ser significativas".

El ancho de esa horquilla, la dimensión de esas discrepancias, es lo que queda por determinar. "Queremos saber en qué punto estamos", habían apuntado desde el Grupo Damm -segundo mayor accionista de Pescanova- antes de la reunión. Y, a razón del comunicado oficial, esto es lo que se hizo. Hablar de la línea sobre la que baila una empresa que emplea a 10.599 personas y factura 1.500 millones de euros al año. La deuda auditada -a cierre del tercer trimestre de 2012- asciende a 1.522 millones, pero centro de investigación de riesgos del Banco de España lo eleva hasta los 2.500 millones de euros. La empresa todavía no ha dado a conocer los resultados correspondientes al segundo semestre, con lo que no se sabe si, como asegura la banca, cerró 2012 en pérdidas.

Pescanova eludió desvelar ayer ninguna cifra o algún avance de sus cuentas semestrales, que la CNMV le ha requerido que entregue para el conocimiento del público "a la mayor brevedad posible". El mutismo cubrió ayer como las nubes la sede central de Pescanova, y ningún directivo, consejero o trabajador de la multinacional quiso atender a los medios para dar más información que los tres párrafos de la nota remitida a la CNMV. Solo destacó que sus fábricas españolas y del extranjero funcionan con "normalidad".

Lo que no está decidido

Por ahora, el mandato de la empresa continúa en manos de su fundador, Manuel Fernández de Sousa, pero queda por saber si se puso sobre la mesa una moción de confianza -como especuló ayer la prensa estatal y económica- sobre su posición como máximo dirigente de la multinacional. Fuentes conocedoras de la situación de la empresa habían avanzado a FARO que el consejo de ayer no iba a ser "determinante", y que cualquier decisión se tomaría a expensas de saber la "realidad de las cifras" y qué camino se puede seguir para reconducir la crisis de liquidez, con o sin Fernández de Sousa en la presidencia. De momento, y pese a la larga jornada de deliberaciones en la sede central de Pescanova en Chapela, esa "realidad" todavía se desconoce.

Asimismo, y pese a lo inicialmente avanzado por la compañía, los consejeros no ratificaron a Houlihan Lokey como el asesor financiero que habría de lidiar con los más de 40 bancos a los que Pescanova les debe dinero. En este sentido circulan dos teorías en el ámbito más cercano a la empresa. La primera, que los honorarios del banco norteamericano -que reestructuró once de las quince mayores quiebras de Estados Unidos- eran demasiado elevados. La segunda, que la falta de transparencia sobre los datos contables de la empresa terminaron por forzar el abandono del banco inversor del reto de refinanciar los, al menos, 1.522 millones de euros auditados como deuda.

Fuentes de la banca acreedora expusieron a FARO que esta entidad contaba con su "beneplácito" y pidieron que continuase la labor que empezó, de forma informal, el jueves de la semana pasada a las seis de la tarde en una comunicación con la banca. "Tiene que haber un banco negociador de consenso, con credibilidad y autoridad profesional", explicaron desde una de las principales entidades afectadas. Las mismas fuentes auguraron que la no renovación del contrato con Houlihan Lokey iba a ser "un elemento más de incertidumbre" en torno a un problema económico-financiero más que complejo.

Lo que parece claro, a juicio de analistas financieros, es que el consejo de ayer no resuelve nada y fue solo un "trámite para el intercambio de posturas": las afines y las no afines a Fernández de Sousa. Y es que sus títulos, a expensas de lo que decida la CNMV, continúan suspendidos de cotización desde el martes pasado. La prensa económica llegó a especular ayer con un cambio en el timón del grupo, con Antonio Basagoiti como nuevo presidente. El encuentro finalizó alrededor de las siete de la tarde, y por la estrecha carretera que conecta las instalaciones de Pescanova comenzaron a desfilar coches de alta gama con consejeros malhumorados a bordo. Uno de los primeros en salir fue José Carceller, hermano de Demetrio Carceller (presidente del Grupo Damm y segundo accionista de la compañía). También abandonaron enseguida la sede de la multinacional el exconsejero delegado Alfonso Paz-Andrade, Robert Albert Williams, José García o François Tesch (representante de Luxempart). La prisa con la que arrancaron sus vehículos no la ha impreso la empresa en su transparencia, con la banca al acecho y bajo la investigación de la CNMV. La seguridad de Pescanova impidió, durante todo el día, que la prensa se acercara a las instalaciones de la empresa.

Apoyos

Frente a un problema de grandes dimensiones, a Pescanova no le faltaron ayer palabras de aliento por parte de la administración. El ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, afirmó que espera que Pescanova recupere "lo antes posible" el equilibrio económico y que no altere "sus planes de expansión ni su capacidad extractiva, de transformación, de ventas y de exportación". El senador del PP y exconselleiro de Pesca, Enrique López Veiga, calificó a Pescanova como "empresa insignia" que "abrió muchas puertas que otras empresas fueron capaces de seguir", al tiempo que ha estimado que "debería poder mantenerse, y mantenerse más o menos como está". El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, pidió "tener la prudencia necesaria y estar interesados en la preservación de los puestos trabajo de esta gran empresa gallega y española".

El conselleiro de Economía e Industria de la Xunta de Galicia, Francisco Conde, sostuvo por su parte que el Ejecutivo gallego está dispuesto a apoyar tanto "institucional como económicamente" a Pescanova, aunque insiste en esperar a conocer las "necesidades reales" de la empresa. "Estamos esperando que se pueda concretar cuáles son las necesidades reales que tiene Pescanova y, lógicamente, la Xunta acompañará a Pescanova, al igual que está acompañando a otras empresas en la medida de sus capacidades", expuso.