Luis María Linde, gobernador del Banco de España, y su antecesor en el cargo, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, han señalado en sus testimonios ante el juez del "caso Bankia" que, con independencia de los problemas de gestión y de las posibles torpezas de las autoridades en el proceso de fusiones, fue la segunda recesión española, iniciada técnicamente a principios de 2012, y su impacto en la morosidad y en el valor de los activos inmobiliarios lo que aceleró el deterioro del sector financiero.

¿Por qué se produjo esa recaída? La crisis española (y la de toda la zona euro) va camino de tomar la forma de una "W", expresión gráfica de una doble recesión ("double-dip", en la jerga económica anglosajona). El país sufrió entre el cuatro trimestre de 2008 y el primero de 2010 la primera recesión, caracterizada por una intensa caída del producto interior bruto (PIB) y por la destrucción de un millón y medio de empleos; ese período fue seguido de una tibia recuperación que no se consolidó, de modo que la segunda recesión apareció a finales de 2011 y aún continúa. Es la primera vez que España sufre ese "double-dip" desde la Guerra Civil.

Jesús Fernández-Villaverde, catedrático asturiano de la Universidad de Pensilvania, ha escrito: "Las dobles recesiones suelen estar causadas porque la política económica no ha sabido resolver los problemas subyacentes a la primera recesión o porque las decisiones que se acometieron para afrontar la crisis han tenido consecuencias contraproducentes. Ocurren, además, en situaciones en la que la crisis original era particularmente profunda".

El mismo economista subraya que las crisis de origen financiero, potenciada en el caso español por una burbuja inmobiliaria, suelen tener prolongadas caídas del PIB y recuperaciones "anémicas". Esas situaciones "son peores cuando, al comienzo de sus problemas, el país afectado está invirtiendo un porcentaje alto de su PIB y el déficit exterior era grande". Villaverde conecta así la recaída española con la política que siguió el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, análoga a la que durante 2009 practicaron todos los países desarrollados: estimular la demanda (consumo e inversión) con medidas fiscales, de inspiración keynesiana. Las de España (rebajas de impuestos, plan de obras municipales, líneas de crédito del ICO...) fueron equivalentes al 2,3% del PIB, la mayor proporción de la zona euro. El economista alude al impacto que ello tuvo en el déficit público, que se disparó al 11%, aunque no tanto por esas políticas, que aportaron el 16% del desfase presupuestario, como por el desplome de ingresos asociado a la debacle inmobiliaria. La ausencia de una reestructuración bancaria a fondo, que no permitió la vuelta del crédito, habría alimentado también la segunda recesión.

La explicación no entra en otro acontecimiento: el engaño de las cuentas griegas que en 2010 precipitó la crisis de deuda soberana, desnudó las debilidades del euro e impuso severos ajustes que agravaron el paro y trajeron de vuelta la recesión en España y otros países.