Desde el ámbito empresarial vigués se utiliza al naval como ejemplo para diferencial los problemas de una multinacional como Pescanova de un astillero. "Si una empresa que construye barcos deja de hacerlos, deja de facturar". Pero en la compañía con sede en Chapela "todo funciona" y las ventas continúan al alza. "Está al día con sus proveedores", inciden empresarios que conocen la situación de la multinacional. Los analistas inciden en que, "desde fuera, parece un problema sencillo de resolver", y calculan que no va a haber peligro de cara a su viabilidad ni en sus casi 10.600 trabajadores.

Pescanova facturó, a cierre de 2011, 465,3 millones de euros por su negocio acuícola. La mayor parte de sus ingresos proceden de las plantas de crustáceos (293,5 millones), seguidas de las plantas de pescado (171,8 millones). Por el negocio tradicional (posee una flota de unos 100 barcos con licencias en los mejores caladeros del mundo) facturó 1.205,3 millones. Tras la junta de accionistas de junio, Fernández de Sousa explicó su apuesta acuícola por el hecho de que la pesca extractiva es un recurso agotable, pero la cría en granjas no.

La entrada en preconcurso de acreedores otorga a la empresa tres meses para renegociar su deuda, y otros 30 días extra para formalizar las adhesiones a un convenio de acreedores. De este modo frena la posibilidad de que algún bonista o acreedor fuerce la entrada en concurso obligatorio y retire a los administradores de la gestión de la empresa. La crisis de liquidez se agudiza con los pasivos financieros (amortización de deuda y pago de intereses de la empresa), que llegó a emitir bonos obligatoriamente convertibles en acciones con una rentabilidad del 8,75%.

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