-¿Cómo pudo estar una parte esencial de la banca española en manos de políticos y no de profesionales de la banca y que nadie pusiera coto?

-(Risas). Yo estaba en el mundo bancario y aquello era tremendamente profesional. El hecho de que hubiera políticos o no... Había unos estatutos y en función de ellos se decidían los consejos. Y tengo que decir que, con los mismos estatutos, hay entidades que fueron muy bien, que eran cajas y ahora son bancos, y otras que fueron mal.

-Ahora que lleva casi un año en la entidad y ya conoce sus entrañas, dígame ¿cómo es posible que usted y su equipo detectaran en tan poco tiempo la magnitud del desastre de Bankia y el Banco de España, no?

-Lo detectamos en colaboración con el Banco de España. Estuvimos trabajando durante un mes con la gente del Banco de España y del Ministerio de Economía. No lo hicimos solos.

-En su declaración judicial vino a acusar a sus antecesores de hacer un ejercicio de irrealidad con las cuentas. ¿Por qué?

-Bueno, no dije exactamente eso. Lo que dije es que, cuando nosotros llegamos aquí el 9 de mayo, a mí me resultaba evidente que lo más importante para esta entidad era el fortalecimiento de capital, pero no lo dije yo, es que el mismo 9 de mayo el Banco de España primero me manda una carta el director general de Supervisión y segundo hace un comunicado pidiéndome un plan de saneamiento y recapitalización a la mayor brevedad posible. Cuando terminamos de trabajar el 25 de mayo sacamos los famosos 19.000 millones y fuimos muy criticados por mucha gente. Visto con perspectiva, está claro que las necesidades de capital eran esas. Creo que lo que hicimos fue abrir el camino del realismo. Fuimos tremendamente realistas. Eso es lo que dije. Pensamos que el mayor beneficio para Bankia era un ejercicio de transparencia y realismo.