Un control rutinario de carreteras realizado ayer entre Caldas y Vilagarcía ha servido a la Guardia Civil para asestar un duro golpe a las "mafias" del furtivismo, pero también para demostrar que la salud pública está sometida a una amenaza permanente. Los agentes interceptaron un coche que salía de la autopista AP-9 y llevaba en su interior 480 kilogramos de vieira, introducida en quince sacos de malla plástica que estaban prácticamente a la vista.

Este traslado se efectuaba a pesar de que la extracción de este bivalvo está terminantemente prohibida, porque es una especie afectada por la toxina amnésica (ASP), que puede producir graves daños a las personas, e incluso la muerte. Sin embargo, la organización encargada de este transporte frustrado -hay que hablar siempre en plural y aludir a redes organizadas, porque es imposible que una sola persona afronte el complejo proceso de distribución ilícita del producto-, no tuvo reparos en transportar una vieira que, a la espera de los análisis definitivos, puede multiplicar por siete los límites de toxicidad máximos autorizados para su extracción y posterior evisceración y venta.

Esto quiere decir que los restaurantes o empresas evisceradoras a los que iba destinada esta mercancía -evidentemente semejante cantidad de producto no era para consumo propio- iban a poner en serio riesgo a un buen número de personas en caso de que finalmente entregaran el producto al consumidor. Ese es el mensaje con el que hay que quedarse, haciendo un llamamiento a la población para que evite consumir productos obtenidos y comercializados por cauces ilegales, sobre todo si estos artículos, como es el caso, pueden matar a una persona.

M.S.B.R., de 33 años y vecino del municipio coruñés de Ribeira (A Coruña), es en esta ocasión el responsable directo del presunto delito contra la salud pública que se le imputa, pues era el conductor y único ocupante del vehículo en el que estaba la vieira ilegal y contaminada, un Nissan Patrol.

Pero las fuerzas de seguridad saben, o al menos sospechan, que este vecino de Ribeira con antecedentes por furtivismo no estaba solo, y que detrás de él está una organización dedicada a la pesca y venta ilegal de productos como la vieira, la centolla, la almeja y tantas otras especies.

Las investigaciones llevadas a cabo por la Guardia Civil sugieren que las redes que se dedican al furtivismo están bien organizadas y promueven operativos en los que participan varias personas y distintos vehículos. En el caso de un transporte ilegal de vieira como el intervenido ayer, por ejemplo, pueden ser buzos los encargados de extraer el producto y de depositarlo en un lugar concreto de la costa, que es indicado telefónicamente a una segunda persona.

Es así como aparece en escena el conductor de un turismo, que puede trasladarlo a otro lugar y dejar la mercancía en menos de un tercer implicado, que ya con otro coche o furgoneta diferente se ocupa de llevar la mercancía hasta el destino final. Y parece que en ocasiones estos participantes ni siquiera se conocen entre sí.