La crisis económica, lejos de provocar una caída de la actividad pesquera, ha favorecido la vuelta al mar de trabajadores que estaban ocupados en otros sectores, con lo que la pesca se ha convertido en una industria refugio. Esta condición favorece también a otros oficios dependientes, que han visto incrementada considerablemente su carga de trabajo en los últimos años. Es el caso de las rederas gallegas, que registran el mayor volumen de pedidos que recuerdan en años. "Con la crisis ha aumentado muchísimo nuestro trabajo.

Ahora mismo no damos abasto y no conseguimos dar salida a todos los encargos que nos hacen. No recuerdo una situación igual", explicó el pasado viernes en A Coruña la secretaria de la Federación Galega de Redeiras Artesás O Peirao, Ángeles Mille, durante unas jornadas sobre turismo marinero organizadas por la Fundación Paideia.

Encargos del extranjero

Esta redera de Malpica aseguró además que la labor que realizan las profesionales gallegas está muy bien considerada en el exterior, hasta el punto de que, al margen del trabajo en la comunidad, están recibiendo encargos de empresas italianas, portuguesas y de otras autonomías costeras españolas.

Pese a la buena situación en que se encuentra el sector –con altos índices de actividad y una mayor visibilidad social que hace unos años–, las rederas denuncian que aún hay importantes problemas que se deben solucionar en su oficio. "El intrusismo es la mayor lacra que afecta a nuestra actividad desde hace muchos años y estamos reclamando continuamente a la Administración que luche contra esta situación. Pero no se ha hecho nada. Están entrando 200.000 redes en Galicia que se hacen ilegalmente y alrededor del 65% de la gente que vive de la actividad lo hace de forma irregular", sentenció Mille.

La representante de la Federación Galega de Rederas explicó que la asociación ha realizado numerosas denuncias por intrusismo ante la Inspección de Trabajo pero que la respuesta ha sido "nula".

"Recuerdo una vez en la que alertamos de varios casos y pedimos que se investigaran: se nos vino a decir que el volumen económico que generamos las rederas no es tan grande como para moverse y actuar. Se limitaron a insistir en que cuando viésemos algo irregular les llamásemos inmediatamente", relató esta redera.

Las denuncias telefónicas, añadió, fueron constantes en los meses siguientes pero, apuntó, no conllevaron ninguna acción de las autoridades contra los profesionales irregulares. "No sé como ocurre pero, cada vez que denunciamos algún caso, los denunciados ya saben que van a venir los inspectores y desaparecen", lamentó la secretaria de la Federación durante su participación en las jornadas.