El vigués Javier Varela se convirtió en septiembre del año pasado en el primer "no francés" al frente de una planta de PSA Peugeot Citroën en territorio galo, y no de cualquier fábrica, sino del complejo de Sochaux, la factoría más grande de Francia y cuna de la familia Peugeot. Varela, de 47 años, se marca como objetivo en esta nueva etapa (en la anterior había ocupado la presidencia y la dirección general del grupo en Argentina) convertir Sochaux en un centro de excelencia y mantener el empleo. Concede a FARO su primera entrevista a un periódico español.

–¿Qué tal su nuevo trabajo?

–Es un gran cambio. En Argentina tuve dos etapas. Una primera en la que me ocupé de toda la parte industrial, con dos plantas: El Palomar y otra que está en el sur de Buenos Aires y que fabrica motores, Jeppener. Era el director industrial de ambos centros. Pero en mi segunda etapa pasé a ser presidente y director general; dirigía las operaciones del grupo allá, no solo la parte industrial. Fue una época muy interesante. Pero el cambio ahora es notable, sobre todo por lo que supone dirigir la planta de Sochaux. Aquí nació el grupo. La familia Peugeot es originaria de esta zona. Le llamamos la planta de Sochaux, pero realmente ocupa tres ayuntamientos: Sochaux, Montbéliard y Exincourt. Los orígenes de la empresa están aquí y hay vestigios de Peugeot por todas partes. Es un gran orgullo como vigués ocuparme de este centro, por lo que significa para el grupo. Es un reconocimiento. No deja de ser la fábrica que tiene el mayor volumen y potencial instalado y además hoy es el enclave industrial más grande de Francia. Está considerado así.

–¿Y cómo se ve la planta de Vigo desde ahí?

–La planta de Vigo es una referencia dentro del grupo, con excelentes resultados en los diferentes indicadores, ya sea en calidad, seguridad, productividad… Con lo cual se ve como una planta fuerte e importante dentro del grupo.

–¿La considera competencia? Vigo y Sochaux comparten el segmento de monovolúmenes.

–Entre las plantas del grupo hay una relación de solidaridad, no de competencia. Ni la planta de Vigo, ni la de Sochaux, ni tampoco Poissy o Mulhouse, que la tenemos aquí al lado, se ven como competencia. La competencia está fuera, con los otros constructores. Es contra ellos contra quienes tenemos que luchar para ganar volúmenes. Después, en lo que es reparto de segmentos, hay cosas que están bastante diferenciadas. En Vigo se están haciendo vehículos comerciales ligeros en una de sus líneas. En Sochaux no los hacemos ni está previsto que trabajemos ese segmento. El que tenemos en común es el de los monovolúmenes del segmento C, entre el Peugeot 5008 y el Citroën C4 Picasso. Pero creo que hay cabida para las ambas producciones en los dos sitios, ¡y ojalá necesitemos todavía un tercer sitio! Ésa es nuestra preocupación: hacer que los nuevos productos sean lo suficientemente atractivos como para necesitar más capacidad de producción.

–¿Le infunde mucho respeto ser el primer español en dirigir una planta de PSA en Francia?

–Soy el primer no francés en una planta del grupo PSA… y le ha tocado a un español. Estoy muy contento. En cuanto al respeto, es el mismo que me infunde cualquier empresa de la que tenga que ocuparme. Me aporta una gran satisfacción y agradecimiento porque el grupo de alguna manera me ha elegido para una responsabilidad tan importante como ésta.

–Cuando PSA lo había nombrado presidente del grupo en Argentina se definió a sí mismo en este periódico como ciudadano del mundo… vigués.

–La prueba está ahí. Soy bastante internacional, pero sigo siendo vigués, que no se olvide. Soy alguien que no tiene problemas para vivir y compartir otras culturas. Al contrario, me encanta. Enriquece enormemente el estar en otros países, conocer otras culturas, otros lugares.

–¿Cómo se lleva con Muñoz Codina, el director de Vigo? Son de la misma quinta.

–Nos conocemos desde hace mucho tiempo y somos buenos colegas.

–¿Se ha marcado alguna meta especial al frente del centro de Sochaux?

–La meta, como gran línea de trabajo, es seguir transformando la planta de Sochaux para lograr que sea una referencia en excelencia industrial, y consolidar al sitio en el segmento de los vehículos C y C-Premium, con modelos como los que tenemos ahora: los Peugeot 3008 y 5008, el Citroën DS5, el Peugeot 308 y en su momento su sustituto, con todas las siluetas que hacemos aquí: la berlina, el SW [Station Wagon] y el descapotable CC. Esto permitirá garantizar una carga de trabajo suficiente que consolide el empleo en la región: es nuestra mayor preocupación.

–¿Cuántos empleos tiene a su cargo?

–En el centro hay 14.000 trabajadores, redondeando.

–El grupo quiere reducir su dependencia del mercado europeo. ¿Éste ya no da más de sí?

–En Europa hay que estar. Pero un grupo generalista no puede contentarse solo con Europa. El mercado está muy saturado, la tasa de equipamiento es elevada… aunque todavía puede crecer. Y los volúmenes suplementarios que puedas tener, al menos en lo que nosotros llamamos la Europa de los treinta, sin incluir a Rusia, son a través de la guerra de precios y la parte de mercado que le puedas arrebatar al competidor de al lado. No creemos que pueda haber un gran crecimiento. Es un mercado estable, vamos a decirlo así. Si quieres crecer de manera importante y sobre todo diversificar tu posición es fundamental estar en los mercados que están creciendo en unas tasas verdaderamente importantes, y son Asia, con China en primer lugar, India… Y América Latina. Cuando ves un país como Brasil con casi 200 millones de habitantes y con una tasa de equipamiento ínfima, hay mucho potencial por delante. Lo mismo pasa en China. Y en Rusia, quizá no sea ahora un buen momento después de la crisis, pero creemos que tiene potencial: gran cantidad de habitantes y poco equipamiento.

–¿Cómo se compite en un mercado tan maduro como el europeo?

–Nuestra estrategia pasa por la mejora de gama. Nos vamos hacia el Premium. Vehículos con más valor añadido, más altos de gama.

–De ahí la apuesta de Citroën por el DS.

–El grupo tiene una estrategia clara sobre dos ejes: uno de ellos es la globalización, acabamos de hablar de ello, desarrollarse en el mercado internacional; no podemos quedarnos con el volumen que hacemos en Europa, tenemos que estar presentes en esos otros países que están creciendo. El otro es la mejora de la gama. Y creemos que una de las grandes operaciones que se han hecho es la línea DS, que ha permitido abordar otros clientes que antes no estaban a nuestro alcance.

–Hablando de la gama DS, ¿qué previsiones manejan en Sochaux para el DS5 en términos de volumen?

–Este año es de lanzamiento todavía, pero deberíamos andar en los 45.000 o 50.000 vehículos. Es un vehículo Premium, no de masas. Para que se haga una idea, hoy es el 10% de nuestra producción diaria.

–Tal y como está el mercado, ¿cree que los gobiernos deberían recuperar los planes de primas a la compra de coches?

–Todo incentivo para relanzar el consumo de vehículos es bienvenido. Las primas hemos visto que cuando se han aplicado han dado resultados. Sería muy bueno continuar con esa política. La otra vía sería la recuperación económica que debería producirse tarde o temprano. Creo que esta vez no va a ser temprano, pero bueno. No hay grandes soluciones que no sean la propia recuperación de las economías de los diferentes países. También se podría aplicar alguna reducción de impuestos, pero al final la prima es equivalente.

–¿Cómo cerró su planta 2011 y qué previsiones tienen para este año?

–2011 fue un año que se caracterizó por dos fases bien diferentes. En la primera, que coincide aproximadamente con el primer semestre, hemos crecido, y hablo a nivel de grupo en Europa, con una muy buena perspectiva, y en particular en la planta de Sochaux, con un crecimiento que nos orientaba a seguir aumentando nuestra cadencia diaria de producción. Pero el segundo semestre, después de lo que pasó sobre todo en agosto, con las noticias sobre la crisis de la deuda soberana, Grecia y el resto de países, se caracterizó por una reducción de los volúmenes de producción para ajustar nuestros stocks. Teníamos la mala experiencia de la crisis de 2008 y desde el primer momento el presidente y toda la organización nos pusimos manos a la obra para reducir el nivel de stock. Eso hizo que en esa segunda fase de 2011 no creciésemos como estaba previsto y se recortaran volúmenes en noviembre y diciembre. A pesar de ello, cerramos Sochaux con 373.000 vehículos producidos, que sigue siendo una cifra en progresión con respecto a lo que habíamos hecho en 2010.

–¿Y 2012?

–Las previsiones para este año deberían estar en torno a un volumen parecido. Pero es difícil hacer una previsión debido al estado actual de las cosas. Lo único de lo que estamos seguros es que el mercado europeo va a decrecer. Las estimaciones están en torno a un -5%, aunque las hay más pesimistas. Por eso nos hemos organizado para ser lo más flexibles posible y aprovechar cualquier oportunidad. Si en dos meses hay un repunte de un modelo determinado, el que sea, lo aprovecharemos. Pero si hay que ajustarse a la baja, también lo haremos.