El mantenimiento de mejillones vivos para su uso exclusivo como alimento de centollas conlleva dificultades por el espacio que ocupa en las instalaciones, la mano de obra que demanda o el consumo de recursos. Es por ello que, en el marco del proyecto de investigación sobre la cría de centolla en cautividad –Jacumar, Planes nacionales de Cultivos Marinos– los científicos probaron a minimizar tales problemas utilizando mejillón congelado. Así fue como desde el Instituto andaluz de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (Ifapa) los investigadores Javier Alaminos y Pedro Domingues –en la actualidad investigador del centro oceanográfico vigués del IEO– realizaron entre 2007 y 2009 una investigación durante cerca de cuatro meses para determinar las diferencias de crecimiento de juveniles de centolla –maja brachydactyla– en función de su dieta.

En la experimentación, según detalló Alaminos, actualmente asesor técnico del Ifapa en su centro Agua del Pino (Cartaya-Huelva), se probaron varias dietas con un centenar de ejemplares de juveniles del crustáceo, todos ellos nacidos en el propio centro de investigación a partir de ejemplares salvajes capturados y comprados en la zona, algunos de ellos ya ovados.

Entre las dietas elegidas para la experimentación estaban pienso para peces, pienso de langostino, camarón congelado y mejillón, tanto fresco como congelado. Mientras que el pienso para peces se demostró como el más negativo "tal vez por su exceso de proteínas" y las dietas a base de camarones, mejillones congelados y pienso de langostino ofrecieron resultados "intermedios", el mejillón fresco dio los mejores datos, especialmente cuando se trataba de ejemplares más jóvenes, de hasta dos meses de edad. Así, según Pedro Domingues, la diferencia de crecimiento lograda entre los ejemplares que consumieron solo mejillón fresco, troceado y desprovisto de branquias y otras vísceras, frente a los alimentados con producto congelado, fueron de 300 miligramos para los primeros frente a los 70 de los segundos.

Mientras, en las centollas con cinco meses de vida la diferencia de peso entre las alimentadas con mejillón fresco y las que tenían una dieta de congelado fueron menos apreciables.

La razón de esta diferencia de crecimiento, es decir, el porqué de que el producto fresco permita un mayor crecimiento que el congelado no pasa aún de la categoría de hipótesis y así lo señalan los investigadores, con los que colaboraron el investigador Carlos Rosas, de la Universidad Autónoma de México durante una estancia en el centro del Ifapa, y la doctoranda Sandra García. "Es posible que la diferencia de crecimiento venga dada por la diferente textura del fresco frente al congelado, pero lo más probable es que se deba a la oxidación que sufren los lípidos –grasas– en el proceso de congelación y los lípidos son fundamentales en el desarrollo porque son determinantes para el crecimiento celular y de los órganos", señalan los investigadores, que recuerdan que los lípidos son, junto con las proteínas y los hidratos de carbonos, los tres tipos fundamentales de alimentos y que, en el medio marino, son muy escasos, por lo que los animales han de lograrlos mediante depredación para su alimentación.