El seis por ciento del etiquetado de la merluza o de los productos alimenticios que la contienen identifica a una especie diferente de la que el consumidor cree estar comprando y, en la mayoría de los casos, de calidad inferior. Son los resultados de un estudio realizado por investigadores de la universidad olívica en supermercados del área de Vigo y Pontevedra para comprobar la fiabilidad de dos sistemas propios de identificación biológica y cuya patente, hasta 2012, será explotada por la empresa Teaxul –una firma gallega que acaba de recibir un premio de la Fundación Biodiversidad por su sistema para eliminar el anisakis en los barcos y depurar los residuos orgánicos antes de arrojarlos al mar–.

La investigación ha sido posible gracias al trabajo que desarrolla desde 1999 el grupo de Recursos Xenéticos Mariños (Rexenmar) –especializado en trazabilidad, mejora genética del mejillón y gestión de las pesquerías de merluza– y acaba de ser enviada al Journal of Agricultural and Food Chemistry, la primera revista de referencia internacional en el ámbito de la industria agroalimentaria, para su revisión y posterior publicación.

El equipo desarrolló dos métodos complementarios de identificación genética de las catorce especies de merluza conocidas Uno se basa en el genoma nuclear y el otro, en el mitocondrial. Y con ellos analizaron cincuenta productos que comprenden el amplio abanico de posibilidades que cualquier cliente se puede encontrar en el supermercado: desde merluza fresca, congelada, ultracongelada o refrigerada a patés y productos precocinados como paellas, además de las diferentes combinaciones entre ellos.

"Rastreamos todos los tipos de tratamientos y evaluamos la fiabilidad por separado y conjunta de ambos métodos. Esto es importante, porque hay muchos sistemas pero nadie te dice cuál es el porcentaje de acierto", destaca el coordinador de Rexenmar, Pablo Presa.

Gracias a la utilización combinada de ambos métodos, los expertos consiguieron un acierto del 100% en los casos de merluza precocinada y ultracongelada, cuya identificación resulta más compleja.

Fraude

En muchos casos, el etiquetado erróneo corresponde a casos manifiestos de fraude, ya que el comprador cree estar adquiriendo merluza del pincho cuando en realidad se lleva a casa la del Cabo –Merluccius paradoxus–, que es la variedad de peor calidad. "En otras ocasiones el contenido depende del stock que tiene la empresa acumulado en sus frigoríficos y vende una variedad parecida a la que pone la etiqueta. Y las grandes multinacionales se curan en salud y cuando utilizan las de peor calidad reflejan en el envase que el producto puede incluir diferentes especies, entre ellas, la paradoxus", señala Presa.

Las dos patentes diseñadas por este grupo de la Universidad de Vigo resultan de interés para los laboratorios homologados o los gubernamentales a la hora de realizar inspecciones, así como de cara a la mejora del control de las importaciones o en caso de una hipotética alarma alimentaria, ya que identifican la especie y la procedencia de la merluza contenida en el producto.