Un profesor y un ahorrador en paro han decidido elaborar un manual para consumidores con bajos ingresos desesperados por ahorrar. El libro es como la Biblia del ahorrador, o como tener juntos en un libro al cuñado enteradillo y a la vecina sabelotodo, pero a lo bestia. Estos son algunos consejos.

Ir al supermercado con la lista… y el estómago lleno. Hacer la compra tiene sus trucos. Primero, hay que comparar precios. Después, se debe ir al supermercado elegido con una lista de lo que se ha decidido comprar de antemano. "Está demostrado que si no llevamos esta lista, el carro de la compra crece con productos que realmente podríamos ahorrarnos", señalan los autores. Es importante no hacer la compra con el estómago vacío, porque es el mejor imán de los alimentos superfluos. Hay que beneficiarse de las tarjetas de fidelización y los cupones descuento (¡no usarlos como despilfarro de lo innecesario!), y seguir la estrategia caza chollos: adquirir los productos en el momento en que están más baratos y acumularlos en la despensa. Con el carro en las manos no hay que ser impetuosos. Paciencia y comparación, desconfiando siempre de los supuestos packs de ahorro. Y a ser posible, elegir marcas blancas.

Desconectar el cargador de la red y no dejar aparatos en espera. En casa se derrocha dinero de forma innecesaria. ¿Han sustituido las bombillas incandescentes por las de bajo consumo? Hay desde 3 euros que se amortizan rápidamente con la energía ahorrada. Algo más sangrante son los artefactos que todo el mundo deja encendidos en modo stand-by (la luz roja). "Cada aparato sigue consumiendo energía, incluso hasta un 30%, las 24 horas del día y los 365 días del año", añaden. Por ello, y para evitar la molestia de ir apagando uno por uno, lo mejor es usar regletas, enchufarles todos los dispositivos próximos y usar su interruptor para desconectarlos todos a la vez. Muy importante: cargadores de móviles o de ordenadores portátiles siguen consumiendo electricidad –y no poca– si están enchufados a la red eléctrica, aunque no tengan conectado su aparato correspondiente.

Aprovechar el calor natural. De la calefacción y el aire acondicionado no hay que abusar. Y es básico asegurarse de que las ventanas no tienen huecos por los que se filtre el aire. Si existen, deben ser sellados con juntas de espuma. Durente el invierno, abrir cortinas y persianas para aprovechar el calor natural. En cuanto al gas, optar por el butano: no tiene gastos de mantenimiento ni cuotas mínimas.

Poner botellas vacías en la cisterna para que descargue menos agua. Sorprende saber que el gasto en agua de una familia suele ser diez veces menor al gasto en automóvil. Pero todavía se puede reducir más. No hay que usar el váter como papelera y tirar de la cadena: es un gasto superfluo de agua. Usar los botones que permiten vaciar parcial o completamente la cisterna permite ahorrar más de 30 litros de agua al día. Si no existen esos botones, basta con introducir una botella de litro y medio en el lateral de la cisterna para ahorrar ese mismo volumen de agua cuando se tira de la cadena. Más consejos: usar grifos termostáticos, porque ¿cuántos litros de agua se desperdician hasta que conseguimos la temperatura adecuada? Por lo demás, hay que vigilar lo que no por sabido es siempre practicado: cerrar grifos mientras uno se lava los dientes, se enjabona en la ducha o friega los platos. ¡Ah! Un grifo que gotea cada segundo malgasta unos 50 litros a la semana.

Desayunar en casa ahorra más de doscientos euros al año. Las pequeñas cifras se hacen gordas al cabo del año. Y todo puede, si hay voluntad de ahorrar al máximo, corregirse sin caer en la austeridad total. Los hábitos en el trabajo son un ejemplo indispensable. De media, se trabaja 250 días al año. Un cafetito en el bar antes de entrar a currar equivale a 250 euros anuales. Hacerse un café soluble en casa ahorraría 187,5 euros. Y si fuera de la prestigiosa cafetera que anuncia George Clooney, usted podría comprarse la cafetera y las cápsulas y aún le sobrarían 85 euros. En el almuerzo, si se gasta 2 euros en la máquina o en el bar, sube a 500 euros al año. "Cambiar el almuerzo por una pieza de fruta, o por un zumo con galletas o un sándwich" ahorra 375 euros al año. Y quien tenga que comer fuera de casa, dejar el menú de 7 euros (salen 1.400 euros al año) por la fiambrera de casa implica un ahorro de 700 euros al año. Y si se deja la cajetilla diaria de tabaco, son otros 1.200 euros anuales. Y si renuncia al cupón que juega cada día, le aliviará con otros 375 euros anuales. Deje las agencias de viajes –y mónteselas usted mismo– y cambie el gimnasio por el parque.

El primer piso, de segunda mano, y una cuenta bancaria "online". Respecto a las grandes compras, Donoso y Sánchez dan las siguientes recomendaciones: comprar pronto vivienda, pero de segunda mano, para aprovechar desgravaciones fiscales y subvenciones y no tirar el dinero con el alquiler. Ya nos mudaremos luego. El primer coche, también de segunda mano. Y, aunque no figure en el libro, elegir la gasolinera más barata puede ahorrar hasta 3,2 euros por cada cincuenta litros. En el banco es aconsejable, dicen, tener cuentas en diferentes entidades y pelear por las mejores condiciones. Eso sí: se aconseja abrir una cuenta "online" para conseguir la tarjeta gratuita asociada, que permitirá un uso sin cargos en la mayoría de cajeros. Nada de planes de pensiones si va apretado. Y desconfíe de los regalos de los bancos por contratar productos financieros. Como demuestra el libro, un iPad que en teoría se regala, acaba costando 285,80 euros más que en la tienda si cobráramos el interés bancario en dinero y fuéramos a comprar el artilugio. Y si todo esto le parece demasiado complejo y engorroso, siempre le quedarán los consejos del refranero popular: "el que guarda, siempre tiene"; "Vale más un céntimo bien empleado que un céntimo ahorrado".