La Federación de Aserraderos y Rematantes de Galicia (Fearmaga), que agrupa a seiscientas empresas, ha reelegido a Elier Ojea (Carballiño, de 58 años) como presidente para los próximos cuatro años. Ojea asegura que con una gestión “más ordenada” del monte, éste podría llegar a duplicar su aportación a la economía gallega y a convertirse en un generador de empleo el rural. Este empresario, que forma parte de una cuarta generación de madereros, analiza para FARO los principales retos a los que se enfrenta el sector en esta nueva etapa: la salida a la crisis, la plaga del nematodo y la necesidad de “reordenar” el monte.

-Cuatro generaciones en el mismo negocio… ¿Habrán visto muchas crisis?

-Sí, hemos visto muchas crisis, cierres, hipotecas… [Ríe] Hemos visto de todo un poco, sí.

-Como ésta, ninguna, ¿no?

-Hubo crisis en los sesenta y setenta, en el ochenta y tantos… Pero de la importancia generalizada de ésta, ninguna. Las otras eran crisis que podían afectar a unos sectores más que a otros. Las consecuencias tampoco son las mismas. La madera es uno de los sectores más perjudicados, porque está muy vinculado a la construcción. Estamos sufriendo los palos de un exceso que se produjo en España y que algunos advertimos en su momento.

-Defiende la necesidad de dar valor añadido al monte. ¿Cómo se hace eso?

-Con una explotación racional y ordenada. Somos la novena potencia europea en bosque y cortamos casi el 50% de la madera que se tala al año en España (unos 6 millones de metros cúbicos), pero si tuviésemos un monte ordenado, con explotaciones adecuadas en tamaño, podríamos llegar a producir 15 millones de metros cúbicos. Eso nos colocaría en una situación extraordinaria de crecimiento y creación de empleo en el rural. ¿Cómo se logra? Pues intentando erradicar el minifundismo tan arraigado en nuestra sociedad, que hace que los dos millones de hectáreas forestales de Galicia estén en manos de 670.000 propietarios. Uno de cada cuatro gallegos es dueño de un trozo de monte. Así es difícil explotarlo.-Pero esa cultura de la propiedad no creo que sea muy fácil cambiarla.

-Sí, pero no se puede estar aferrado a algo que no cuidamos. Puedo entender que hace cincuenta años el monte fuese una caja de ahorros. Entonces lo normal era que alguien decidiese cortar unos piñeiros porque se le casaba la hija. Y el monte estaba cuidado; la maleza se utilizaba para el ganado. Pero el monte se ha dejado de mano. No sabemos ni cómo está. Un estudio de la Universidad de Vigo calcula que están bien cuidadas 400.000 hectáreas de las 800.000 que puede haber en este momento en disponibilidad de uso.

-Si la situación ya era complicada, ahora con la plaga del nematodo del pino…

-Para Galicia ha sido su particular “crisis del pepino”. Al final realmente ha sido un mazado para 18 concellos de la provincia de Pontevedra donde hay del entorno de cincuenta empresas y cuatrocientos puestos de trabajo, que en estos momentos están viviendo una situación complicada. Los asociados me han trasladado que le pida a la Administración un mayor esfuerzo en esto. Sí se ha hecho con la erradicación y los propietarios de los montes. Pero la crisis no solo afecta a los dueños del monte, sino a la industria.

-El brote, ¿está controlado?

-A mí no me toca decirlo. Se han aplicado las directivas de la Unión Europea, se han hecho controles, se ha establecido una zona de cuarentena… Desearía que sí, pero no puedo garantizarlo. En la última reunión que hemos tenido en Confemadera [la patronal española del sector de la madera], hemos manifestado nuestra preocupación si esta plaga aparece en otros puntos de España. Si no hay los controles adecuados, la Península podría vivir un cierre de fronteras.-¿Teme un verano de fuegos?

-No soy adivino. Mi deseo es que no haya un solo incendio. Hemos asistido a situaciones terribles como las de 2006. El monte no puede ser noticia solo en julio y agosto. El monte es una necesidad, el corazón verde de Galicia, y ese discurso tenemos que difundirlo todos. El monte bien ordenado da trabajo todo el año, el problema es que solo lo trabajemos dos meses al año.

-¿Cuánto empleo ha perdido el sector por la crisis?

-En 2009 se perdieron 3.300 puestos de trabajo en toda la cadena, y el año pasado, alrededor de mil. Estamos en una situación no muy conocida por el público en general, pero en el ámbito de nuestro sector sí tiene una incidencia tremenda. Cuando hablo de cadena me refiero desde la primera transformación hasta el mueble. Son 3.500 empresas.

-La empresa que echa el cierre, ¿vuelve a abrir?

-Pocas. Llevamos años intentando cambiar el chip de los empresarios. No podemos seguir haciendo lo mismo que nuestros abuelos. Sí utilizar las mismas materias primas, pero dándole un valor añadido. Hoy es difícil competir en un mercado tan globalizado. Antes la madera que se cortaba en Galicia era la que se utilizaba para construir, pero hoy llega madera de los finlandeses, los asiáticos… Y o eres competitivo en calidad y precios o estás fuera.

-¿Qué nuevos usos promueven para la madera?

-Estamos haciendo un esfuerzo importante con los prescriptores: arquitectos, aparejadores… Que me disculpen, pero siguen a años luz del uso de la madera como elemento integral que se está haciendo en otros países, en los que incluso se prima a la construcción nueva. Se trata de que la madera forme parte del uso cotidiano en la construcción, y que no sea vista como algo excepcional.