Una aplicación matemática, la Teoría de Juegos, llevada al ámbito pesquero ha permitido constatar lo que, en el plano teórico, ya se sabía: la cooperación es beneficiosa. Lo ha demostrado un trabajo realizado por el profesor de Económicas de la Universidad de Santiago, Sebastián Villasante, que por tal investigación, presentada el pasado julio en Montepellier y centrada en la gestión y explotación de calamar en aguas de Argentina y de Malvinas, ha logrado recientemente el prestigioso premio Yamamoto, que cada dos años concede la Japanese International Fisheries Research Society en homenaje a quien fuera pionero en la investigación pesquera en Japón.

Villasante, profesor del Departamento de Organización de Empresas y Comercialización de la Universidad de Santiago, es especialista en el sector pesquero y consultor de Naciones Unidas y varios organismos de España, Argentina, Suecia o Canadá. El premio Yamamoto lo comparte con Rashid Sumaila, director del Fisheries Centre de la Universidad de British Columbia (Canadá).

Según detalló el propio Villasante a este diario, "lo que hace el trabajo es que, utilizando diferentes variables, en este caso biomasa de la especie, reclutamiento, capturas, datos de precios, de costes de explotación de las empresas que faenan allí o de licencias de pesca, estimar a través de simulaciones cuál es hipotéticamente en el futuro, de aquí a cinco o diez años, el nivel de abundancia, de reclutamiento y de capturas."

El economista señala también que "la teoría de juegos intenta ver en qué manera interactúan diferentes jugadores, que así se les puede llamar a los Estados, a las empresas o a organizaciones regionales de pesca (ORP) que regulan una determinada pesquería".

En este caso, al no existir ORP, la investigación de Villasante asumió como jugadores a las flotas que operan en la zona dentro de la Zona Económica Exclusiva de Argentina, dentro y fuera de la zona de conservación de Malvinas y también las flotas de terceros países en aguas internacionales.

"Esos fueron los tres jugadores pero el estudio de mayor calado se centró sobre la flota tanto argentina como de Malvinas porque desde el punto de vista de la abundancia y distribución del calamar, afecta fundamentalmente a la zona de Argentina y Malvinas" sin perjuicio de que "la actividad de la flota de las 200 millas, de la zona de conservación es importante, pero las variables económicas (costes de explotación, precios y otras que usan flotas como las de Taiwán o Japón son distintas, como lo son también los negocios y la forma de conseguir los datos".

El autor recuerda que desde el punto de vista teórico se sabe que cooperar siempre es más beneficioso y "eso pasa en la mayor parte de las pesquerías". Pero, tras la realización del estudio la conclusión es, que "cuando el pescador o las empresas o un Estado actúan de forma egoísta o individualista vamos a tener una determinada cantidad de beneficios.

A corto plazo, probablemente sean mayores pero desde el punto de vista de la sostenibilidad, tanto biológica como económica del stock, si se coopera está demostrado que los beneficios son superiores para esas empresas que operan allí y para el conjunto de la sociedad también".

El tipo de cooperación necesaria para esa pesquería está ahora en estudio pero "lo que vimos es que el grado de cooperación mejora sustancialmente la sostenibilidad del stock y, en el caso de la biomasa, podría aumentar hasta un 40%".