La planta de baterías para coches eléctricos proyectada por Mitsubishi en la comarca de Vigo importará directamente la materia prima –el litio– desde Argentina en caso de que decida instalarse en Salvaterra. El grupo nipón y Magna –dos de los tres promotores del proyecto con GS Yuasa– controlan una de las mayores reservas del preciado metal en el mundo, el Salar de Caucharí, en una zona próxima a la frontera con Bolivia y Chile. Este yacimiento, gestionado por la compañía canadiense Lithium Americas Corp., tendría unos recursos de 4,9 millones de toneladas de carbonato de litio, suficiente para mantener la producción durante décadas.

La proximidad del Puerto vigués con Salvaterra, a apenas 35 kilómetros, ha sido uno de los factores determinantes para que la candidatura olívica haya llegado a la final en la puja por la que será la planta de baterías de litio más grande de Europa, junto a la región de Burgenland, en Austria. Una fábrica de estas características, con capacidad para producir un millón de baterías al año (más de 2.000 unidades/día), necesita importar grandes cantidades de este metal por vía marítima, y más del 83% de las reservas mundiales de litio están en las zonas limítrofes entre Bolivia, Chile y Argentina.

Para asegurarse el suministro del metal en el futuro, Mitsubishi y Magna ya han tomado posiciones en estos países. El fabricante austriaco-canadiense de componentes para automoción posee el 13,3% de las acciones de Lithium Americas, mientras que el grupo nipón tiene el 4,1%. La sociedad, con sede social en Canadá, ya ha invertido más de 20 millones de dólares en un activo programa de perforación y prevé iniciar la industrialización de la mina en 2012. El coste de explotación se estima entre 100 y 300 millones de dólares, y tanto Mitsubishi como Magna se han ofrecido a financiar hasta el 70% de la construcción de la mina.

Las dos empresas cuentan además con opciones de compra preferentes sobre el litio que se extraiga del yacimiento. En el caso de Magna, estas alcanzarían el 25% de la producción total de la mina, a un precio un 5% inferior a la cotización en el mercado. Mitsubishi, por su parte, tendría derecho preferente sobre el 12,5% de la producción minera, al mismo precio que pagaría Magna.

Según consta en la presentación oficial de la empresa explotadora, el Salar de Caucharí cuenta con una reserva de 4,9 millones de toneladas de carbonato de potasio (y 14,7 millones de toneladas de potasio), convirtiéndose en el sexto depósito mundial conocido de este metal. Bolivia –la nueva Arabia Saudí del litio–, Argentina y Chile acaparan el 83% de las reservas de litio del mundo, por delante de China (Tíbet), con un 14%, y EE UU (Nevada), con apenas un 2%. Los tres países sudamericanos, en apenas un triángulo de 280x360x560 kilómetros agrupa las minas de litio más productivas.

La reserva de Uyuni, en Bolivia, ocupa el primer puesto en el ranking, con 29,1 millones de toneladas de carbonato de litio; le siguen las del Salar de Atacama (Chile), con 26,5 millones de toneladas; Zabuye (China), con 8,1 millones; el Salar de Rincón (Argentina), con 7,4 millones; Dongtai (China), con 6,8, y finalmente, Caucharí. La mina en la que invierten Mitsubishi y Magna cubre 125.704 hectáreas, a cinco horas de puertos del Pacífico.

La industria gallega del automóvil y las administraciones están pendientes de que el consorcio Mitsubishi-GS Yuasa y Magna confirmen definitivamente si optan por Vigo para instalar la que será la mayor planta de baterías de litio de Europa. La inversión alcanzaría los 500 millones de euros y podría llegar a generar unos 1.500 empleos directos en una fase avanzada de producción. Esta misma semana el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, viajó a Japón para expresarle a Mitsubishi el total apoyo de las administraciones españolas al proyecto, aunque no logró arrancar un compromiso definitivo por parte de la corporación nipona.

La industria del automóvil augura que la demanda de litio se triplicará en 10 años

Es el nuevo "oro blanco". El éxito comercial del coche eléctrico (y sus derivados) dependerá de la capacidad de respuesta y prestación de las nuevas baterías de litio, algo que, según expertos de la industria del automóvil, podría llegar a triplicar la demanda de este metal en los próximos diez años.

Y si hoy cinco países de Oriente Medio (Arabia Saudí, Irak, Irán, Kuwait y la Unión de Emiratos Árabes) controlan casi el 60% de las reservas mundiales, en litio, Bolivia, Chile y Argentina se llevan el premio. Alrededor del 83% de las reservas mundiales de litio están localizadas en las salinas fronterizas de estos países, lo que ha llevado a compañías como Magna, Mitsubishi o Toyota a invertir en la explotración de estas reservas.

El Salar de Uyuni, en _Bolivia, es actualmente el mayor depósito de litio conocido. El proyecto para industrializar ese mar enterrano comenzó hace dos años, pero aún está en fase experimental. Según cálculos oficiales, en esa explanada blanca de 10.000 kilómetros cuadrados hay unos 100 millones de toneladas de litio, aunque el Servicio Geológico de EE UU habla de solo nueve millones.

La producción de vehículos eléctricos e híbridos llegará a 3,2 millones en 2015

Un estudio dado a conocer esta semana augura que para 2015 se habrán vendido en todo el mundo 3,24 millones de vehículos eléctricos, tanto híbridos recargables como de batería, y que el ritmo anual compuesto de crecimiento de sus ventas será del 106% o superior.

El informe, de la empresa Pike Research, señala que China será el mayor mercado mundial para vehículos eléctricos, donde para 2015 se habrán vendido 888.000 unidades de estos automóviles, alrededor de un 27% de las ventas mundiales.

EE UU se situará en segundo lugar con 841.000 vehículos, un 26% del total mundial. Pike Research también indica que la demanda de vehículos híbridos, que combinan plantas eléctricas con motores tradicionales de combustión, también aumentará de forma robusta durante los próximos cinco años.

"Se espera que los modelos tradicionales híbridos seguirán siendo importantes durante los próximos años a medida que los fabricantes contemplan esta tecnología como una herramienta para responder a las regulaciones cada vez más exigentes sobre consumo y emisiones sin añadir costes sustanciales a los vehículos", zanja el estudio.