Después de meses de negociación, incluso se nombró un interlocutor con cargo de Director General para encauzar el diálogo social, al final la reforma laboral, el eslabón más importante y urgente para superar la crisis ha acabado firmándose por Decreto, y con suspense, no sólo por la huelga general anunciada para finales de septiembre sino por el trámite parlamentario en el cual puede sufrir modificaciones.

Menos para los sindicatos, la mayoría de los analistas han tildado la reforma como tibia, casi exclusivamente centrada en una disminución moderada en la indemnización por despido, sin atacar problemas estructurales que han convertido a nuestro país en el líder del paro de la zona euro y entre los que tienen las estructuras más rígidas. Se ha demostrado en el desplome de empleo del mercado inmobiliario y en el hecho de que el volumen de desempleo no se ha podido colocar en otros sectores.

El punto en el que se han centrado la mayoría de loa análisis es el contrato de fomento que tendrá una indemnización de 33 días, rebajando la indemnización 12 días respecto a los 45 días actuales del contrato fijo.

Acortándose los días de despido en contratos fijos, es lógico que se desincentive los temporales, así la indemnización por los contratos por obra llegará hasta los 12 días, fijándose como máximo en tres años los contratos por obra.

A esto se le une como los trabajadores y empresarios compartirán parte de la indemnización de 8 días que pagará el Fondo de Garantía Salarial, el Fogasa, un fondo creado por las aportaciones de trabajadores y empresarios y destinado a cubrir quiebras de empresas que no pueden realizar estos pagos. Con la nueva medida, el inconveniente es que o se aumenta las contribuciones a este fondo o éste disminuirá muy rápidamente.

La hucha para despido aplazada

Todos lo esperaban, al entrar en el debate desde hace muchos meses, que entre las medidas estuviera la de crear un fondo o hucha virtual de ahorro, en la que las empresas realizarían aportaciones y el trabajador se lo llevaría cuando cambiase de trabajo, que serviría de indemnización en el caso de despido. El Gobierno, sin embargo, ha fijado otros doce meses para fijar las condiciones del llamado modelo austríaco. Para muchos una concesión a la patronal, que en estos momentos no parece estar muy dispuesta o preparada a realizar contribuciones adicionales, una idea que hubiera sido adaptada rápidamente en época de bonanza.

Las ETT seguirán siendo teniendo un papel primordial

Son muy criticadas, pero sólo hace falta navegar diez minutos por los más conocidos portales de empleo para ver como la gran mayoría de las ofertas de trabajo las ofertan empresas de trabajo temporal, muchas veces como intermediarios.

Se calcula que los Servicios Públicos de Empleo, transferidos a las Comunidades Autónomas, intermedian en menos de un 3% de los contratos.

Los puntos más "calientes" no se tocan

A pesar de que los sindicatos ya han anunciado un paro general para finales de septiembre, el Gobierno no ha tocado aspectos muy sensibles, como definir las causas en las que el despido puede definirse como objetivo y ser susceptible a sólo 20 días de indemnización, con lo cual se seguirá utilizando en pocos casos.

Tampoco se ha tocado la negociación de los Convenios Colectivos. Incluso se elimina la obligatoriedad del arbitraje si se aplica la cláusula de descuelgue salarial cuando la estabilidad económica de la empresa pueda verse dañada.

¿Qué se echa de menos?

El principal punto para al menos "no desincentivar" la contratación, que el despido sea más barato para el empresario, ha avanzado mucho para los sindicatos, pero poco para empresarios y economistas. Pero lo que no se ha tocado son los modelos tan rígidos heredados del franquismo, unos modelos que se incentiva el trabajo fijo pero con salarios que son bajos.

Quizá el paso fundamental es estructural, modelo más flexible no tan cerrados a los convenios colectivos y que genere salarios más altos y más relacionados con la productividad.

El término mileurista es un claro efecto de la situación laboral actual y como los salarios bajos han sido uno de los desencadenantes de la crisis, pues el excesivo endeudamiento no se puede cubrir con escasos ingresos y desploman un sector del que depende gran parte del empleo como es la construcción y este arrastra el consumo y la economía en general.

Nuestro mercado crea empleo de forma excepcional en momentos de expansión, pero igualmente lo destruye rápidamente en momentos malos y necesita alta tasas de crecimiento para volver a crearlo. La reforma es corta e incluso parece que el Gobierno lo reconoce, como ha mencionado el Ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, sería un error asociar a la reforma la creación de empleo e insistió en que servirá para que no se destruya. El problema es que ahora no es el momento de parar esta caída si no de generar empleo lo más rápidamente posible.

Antonio Gallardo es Director de Contenidos de www.iahorro.com