México se convirtió así en el primer país en tener acceso a la llamada "Línea de Crédito Flexible", un mecanismo puesto en marcha por la entidad para dar un apoyo preventivo a Gobiernos con una buena política económica, al que podrían acceder países como Brasil o Chile.

Además, Costa Rica y El Salvador han firmado acuerdos tradicionales con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y Guatemala espera que la próxima semana el directorio de la institución dé el visto bueno al suyo.

Nicolas Eyzaguirre, el director de su departamento de América Latina, prevé que el FMI suscriba programas crediticios con entre seis y nueve países de la región.

Acudir al FMI ha sido tradicionalmente un trago amargo para los Gobiernos latinoamericanos, pues les hace vulnerables a las críticas de un sector de la izquierda que ve a la entidad como el baluarte del capitalismo sin corazón.

No obstante, la salida del capital extranjero y la aversión al riesgo en los mercados de capitales los han obligado a mirar de nuevo al Fondo.

El organismo ha facilitado la vuelta del hijo pródigo al moderar sus exigencias.

La mayor novedad es la "Línea de Crédito Flexible", que carece de las condiciones que el FMI impone para el uso de su dinero, como un recorte del gasto público.

Llamar a las puertas de la entidad ha sido visto por los mercados como el último recurso de un país con el agua al cuello, pero ese estigma desaparece con la nueva línea de crédito, sólo concedida a países con una política económica impecable.

"Es como unirse al club de vencedores", dijo a Efe Liliana Rojas-Suárez, una economista del Centro de Desarrollo Global, un instituto independiente, y ex alta funcionaria del FMI.

"Mi expectativa es que todos los países que puedan vayan a por esa línea. Claramente veo a Brasil, Chile y Perú", añadió.

México ha indicado que tratará los recursos como un colchón de reserva que sólo usará en caso de necesidad.

El "número dos" del Fondo, John Lipsky, tildó de "histórica" la decisión del Consejo y de "un gran avance en el proceso para reformar del FMI" y ajustar su marco crediticio a las necesidades de los países miembros.

No todos los países latinoamericanos podrán optar a la nueva línea de crédito, sin embargo.

Ese es el caso de los centroamericanos, que junto con México son los que más sufren actualmente en la región, por su vinculación estrecha a un Estados Unidos en agonía.

El Fondo les ha ofrecido acuerdos crediticios de carácter preventivo, con menores exigencias de reformas que los pactos tradicionales.

Los pactos ponen a disposición del país un gran volumen de recursos en relación al tamaño de su economía: 950 millones de dólares en el caso de Guatemala, 800 millones para El Salvador y 735 millones para Costa Rica.

Un 80 por ciento del dinero está a su alcance desde el principio, en lugar de recibirlos más gradualmente, como es usual.

La nueva orientación responde a un deseo del director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, de reducir las demandas del organismo.

"Las condiciones impuestas por el FMI eran demasiado numerosas, lo que creaba un montón de problemas políticos y son el origen del estigma que se creó en torno al trabajo con el Fondo", dijo el jueves a la prensa el ex ministro de economía francés.

Esa declaración es justo lo que quieren oír países como Argentina, que pidió en las reuniones del G-20 que el FMI "elimine o reduzca al mínimo sus condicionantes".

El Gobierno del país suramericano, probablemente el que más ha criticado al FMI en los últimos años,también se ha acercado silenciosamente al organismo en el último mes.

Recibe asesoría sobre la elaboración de sus controvertidas cifras de inflación y ha accedido a que la institución reanude la revisión anual de su economía, no realizada desde 2006, cuando el país amortizó con antelación todas sus deudas con el Fondo.

La crisis parece haber ahogado sus protestas.