El Gran Hotel La Toja, el emblemático establecimiento hotelero de 5 estrellas asentado en la isla grovense de A Toxa, tiene cerrada ya un ala de 72 habitaciones -de un total de 199-, y hoy mismo inicia el cierre de su balneario, que estará completamente inoperativo el sábado a las dos de la tarde.

A corto plazo no parece existir riesgo alguno para la plantilla, formada por 140 trabajadores fijos, pero si el cierre se prolonga en el tiempo podrían verse afectados 70 empleados.

Esta decisión es consecuencia directa del pulso que mantienen la Sociedad La Toja, que participada en un 90% por el Banco Pastor es propietaria del inmueble, y la cadena hotelera Hesperia, que desde hace 5 años se hace cargo de la gerencia en concepto de alquiler, y a la que aún restan 10 años más.

Al parecer las “discrepancias” entre las dos partes -ninguna quiere hablar de enfrentamiento o conflicto- se producen a raíz de unas simples goteras, las cuales provocaron el desprendimiento del techo de una habitación. Para determinar el estado de la estructura se decidió el cierre de toda un ala -las 72 habitaciones- y del balneario.

El grupo Hesperia alega, básicamente, que como un individuo cualquiera que paga el alquiler de su piso, en caso de que se necesiten obras de reforma de la estructura del edificio es el propietario del mismo el que debe afrontarlas.

Pero en el Banco Pastor entienden que, dado que hay un grupo que tiene alquiladas las instalaciones por 15 años, es ese grupo el que debe hacerse cargo de la reparación.

Y mientras discuten si es el arrendatario o el arrendador el que paga e intentan ponerse de acuerdo, el Gran Hotel se enfrenta a uno de los peores momentos de su historia, después de haber cumplido en 2007 un siglo de existencia.

Hesperia alega que es responsable “de la seguridad de los empleados del Gran Hotel y de sus clientes, motivo por el cual, dado que desconocemos si el edificio reúne las condiciones de seguridad precisas, hemos decidido cerrar tanto las 70 habitaciones como el balneario”.

El Banco Pastor replica que un edificio con más de cien años de existencia “necesita lógicas reparaciones y remodelaciones, por lo que Hesperia debe encargarse de ello y es lógico que se cierre parte del establecimiento para tenerlo a punto para el verano”.

“No hay ningún conflicto -añaden portavoces del banco-, sino simplemente unas obras de remodelación que acometer y un contrato entre el propietario del hotel y su inquilino que está para ser cumplido, siempre dentro de las relaciones fluidas que hemos mantenido hasta ahora y que no deben cambiar”.

“Hesperia sólo puede tener abiertas sus instalaciones allí donde se garantice la seguridad de personal y clientes -replica el grupo hotelero.