Al inicio de la sesión en el parqué de Sídney, el precio de un título se alzó el 5,7 por ciento hasta los 2,57 dólares australianos (casi 1,78 dólares estadounidenses ó 1,22 euros), mientras ayer cerraron a 2,43 dólares australianos (1,68 dólares estadounidenses ó 1,15 euros).

La propuesta de fusión se abortó después de que ambas compañías aéreas no llegaran a un acuerdo sobre varios aspectos claves de la operación.

Qantas y British Airways dijeron en sendos comunicados que seguirán trabajando juntas en rutas entre Australia y el Reino Unido como miembros de la alianza One World, a la que también pertenece la española Iberia.

Hace una semana, el consejero delegado de Qantas, Alan Joyce, ya advirtió de que las negociaciones se enfrentaban a varios escollos, y que la operación sólo saldría adelante si la aerolínea australiana se aseguraba ciertas ventajas y se cumplían algunas condiciones, como cotizar en Bolsa de forma separada.

Uno de los problemas era las conversaciones paralelas para una fusión entre British Airways e Iberia, a la que se hubiera opuesto el Gobierno australiano, por lo que sólo habría quedado la opción de una futura absorción de la compañía española.

Además, Qantas tampoco estaba de acuerdo con el ratio de la fusión y el valor que hubiera supuesto para sus accionistas la operación.

Joyce también aseguró entonces que la compañía australiana no estaba negociando fusión alguna con otra aerolínea, pero esta misma semana Malaysia Airlines reveló contactos con Qantas.

De haber prosperado la operación, hubiera dado lugar a la mayor aerolínea del mundo por destinos y segunda por número de aviones, valorada en más de 5.000 millones de dólares estadounidenses (7.228 millones de dólares australianos ó 3.421 millones de euros).