"El final del juego es emisiones cero". La frase pertenece a Carlos Ghosn, presidente del consorcio automovilístico Renault-Nissan. Lo dijo hace tan sólo unos días en el Salón del Automóvil de Los Ángeles, donde se exhibió un nuevo interés en la "electrificación", término de moda para las alternativas eléctricas llamadas a reemplazar o complementar al tradicional motor de combustión. Y es que el automóvil eléctrico, lejos de representar una utopía, ya está en los planes de negocio de los grandes del motor. Renault-Nissan, General Motors, Toyota y Mercedes, entre otras multinacionales, prevén lanzar estos vehículos al mercado masivo a partir de 2012.

El principal problema sigue siendo, no obstante, la batería. Los dispositivos de almacenamiento químico tienen una autonomía limitada y prolongados ciclos de recarga, además de mucho peso y un coste elevado. Pero los líderes de la industria esperan que la última generación de baterías -especialmente las de litio que utilizan los teléfonos móviles y los PC portátiles- solucionen estos problemas y constituyan el pistoletazo de salida para el coche eléctrico. Integradas en bloques o paneles, estas nuevas baterías ofrecen una potencia mayor que las de plomo que montaban los primeros coches eléctricos de los años ochenta, y doblan la de las baterías de níquel de modelos híbridos como el Toyota Prius, coche ecológico de referencia y el único que tiene lista de espera en Estados Unidos.

El Gobierno español está convencido de que el futuro de la automoción irá de la mano del coche eléctrico, y ha condicionado las ayudas al sector a vincular sus planes de empresa con proyectos vinculados a vehículos ecológicos. La iniciativa, sin embargo, no deja de despertar escepticismo en la industria automóvil, que valora la iniciativa pero no la considera una solución al problema actual del sector: la caída de ventas.

Las empresas echan en falta dos factores para el desarrollo del coche eléctrico: la creación de una fábrica de baterías de última generación, como la que la multinacional NEC tiene en Francia y que trabaja para la alianza Renault-Nissan. Y la creación de una infraestructura de puntos de recarga por todo el territorio nacional. "Hay que preguntarse dónde estarán los enchufes, cuánto tiempo tendremos que dejar el coche, cuánto tardará en descargarse? Todo esto está más verde que la mente de un ecologista", apunta Pedro Nuevo, profesor del IESE y autor del Libro Blanco de la Automoción.

Otros expertos, en cambio, lo tienen claro: el coche eléctrico es el futuro, y la iniciativa que impulsa el Gobierno va a la vanguardia. "Es muy posible que la salvación de la industria automovilística norteamericana venga por ahí. Se dice que el mayor problema del coche eléctrico es la distribución de la energía. Pues si hay algo ubico en este mundo es un enchufe. Es más fácil encontrar un enchufe en una selva que una gasolinera", razona Alfons Cornella, prestigioso gurú catalán.

A todo esto se suma la toma de conciencia sobre las necesidades medioambientales y la presión fiscal que el gobierno de la UE prevé ejercer sobre los coches más contaminantes. Bruselas baraja exigir en 2012 que las emisiones medias de CO2 de todos los modelos que venda cada fabricante no superen los 120 gramos por kilómetro recorrido (el límite que hay en España para pagar el impuesto de matriculación).

Deportivos

Pese a las opiniones contrarias al proyecto, los primeros coches eléctricos de autonomía media (150-200 kilómetros) estarán disponibles a lo largo de los próximos dos años, pero será en 2012 cuando lleguen modelos pensados exclusivamente para esta energía. Las previsiones más optimistas apuntan que ya no se tratará de microcoches o furgonetas de reparto, sino turismo de todos los tipos e incluso deportivos. Un ejemplo de esto es el Chevrolet Volt, que puede recorrer trayectos de 100 kilómetros con baterías de ión-litio recargables a la red.