La cumbre del G-20 concluyó ayer con la determinación de reformar y fortalecer los mercados financieros, pero con la advertencia de que la responsabilidad es de cada país y que hay que evitar, por contraproducente, la regulación excesiva.

Al término de la reunión, en la que participaron además de los miembros del G20, España y Holanda, los jefes de estado y de gobierno dieron a conocer una declaración final de 10 páginas, en las que se perfilan las futuras reformas que deberán acometer los países antes del 31 de marzo.

Como puntos importantes, este grupo reafirmó su vocación de continuidad con la convocatoria de una nueva cumbre antes del 30 de abril, y mostró su determinación a dar un mayor peso en los organismos internacionales a los países emergentes y en desarrollo.

Según la declaración final, Estados Unidos logró imponer su tesis de que no conviene crear nuevos organismos y supervisores internacionales, como defendía Europa, así como su oposición a caer en una regulación que atente contra el libre mercado.

En línea con lo apuntado esta misma semana por el presidente de EE UU, George W. Bush, el G-20 afirmó que las reformas tendrán éxito solo si "descansan en el libre mercado, en el respeto a la propiedad privada, y la libertad de comercio e inversión".

"Aunque reconocemos la necesidad de mejorar la regulación de los mercados financieros, debemos evitar la sobre-regulación, que pondría en peligro el crecimiento económico y aumentaría la contracción de los flujos de capital, incluidos los países en desarrollo", dice la declaración.

"Subrayamos la importancia crítica que tiene el rechazo del proteccionismo, y el no encerrarnos en tiempos de incertidumbre financiera".

En esta misma línea, el comunicado final animó a concluir antes de final de año la Ronda de Doha de liberalización comercial, y pide a los países que en los próximos doce meses no adopten ninguna medida proteccionista.

No obstante, los países del G-20 reconocieron que es necesario fortalecer la transparencia y la regulación de los mercados, pero dejaron claro que ello debe ser responsabilidad de cada país. Los Gobiernos nacionales constituyen "la primera línea de defensa contra la inestabilidad de los mercados", recalcaron.

Así, toda reforma adoptada por un país debe descansar sobre cinco principios. El primero de ellos es el de aumentar la responsabilidad y la transparencia de los mercados, especialmente en lo que se refiere a los productos financieros mas sofisticados.

El segundo punto es el de fortalecer la regulación de cada país, y en concreto recomienda que se ponga límite a las remuneraciones excesivas de los directivos, se controlen mejor las actividades de las entidades financieras trasnacionales, y se tomen medidas anticíclicas para evitar el agravamiento de la crisis.

Colchón financiero

Precisamente, España llevó a la cumbre como ejemplo las provisiones anticíclicas que el Banco de España impuso a las entidades financieras a principios de esta década, y que les permitió crear un colchón financiero para los tiempos de crisis.

Dentro de este punto, el G-20 recomendó intensificar la vigilancia de los mercados financieros, y destacó sobre todo a las agencias de calificación de riesgo, que fallaron en la ultima crisis al dar la máxima nota a los fondos garantizados con hipotecas de alto riesgo.