Los líderes de los principales países ricos y en desarrollo se reúnen con el desafío de reformar el sistema financiero, en un clima de preocupación ante el agravamiento de los problemas económicos en EE UU y Europa.

Se trata de un grupo heterogéneo que ha expresado intereses diversos, por lo que se corre el peligro de que la cumbre se desintegre en un festival de recriminaciones sobre quién tiene la culpa de la crisis, según los expertos. Algunos de los participantes han pedido una redefinición del sistema financiero mundial y han criticado el capitalismo con sello estadounidense. En cambio, el presidente de EE UU, George W. Bush, afirmó ayer por radio que "la intervención gubernamental no es una cura para todo". "La crisis no ha sido un fallo del sistema de libre mercado", señaló Bush, quien aún así reconoció que se necesitan reformas para garantizar una regulación "adecuada" de los mercados y más transparencia.

Pese a las discrepancias, parece probable que los participantes en la cumbre se pongan de acuerdo en una serie de principios que guíen los cambios en el entramado financiero, que marquen una nueva reunión y dejen los detalles para más adelante. La próxima cumbre está prevista para finales de febrero o marzo en el Reino Unido, según adelantó el canciller de Brasil, Celso Amorim.

Una de las ideas que han ganado fuelle es la creación de un "colegio de supervisores", un ente que agrupe a representantes de las agencias de regulación para vigilar a los principales bancos del mundo, cuyos tentáculos dan la vuelta al planeta.

El resultado más tangible de la cumbre probablemente será un aumento de las contribuciones al Fondo Monetario Internacional (FMI), para que actúe de bombero en cuanto las chispas devoren las cuentas de un país. El primer ministro japonés, Taro Aso, ofrecerá 100.000 millones de dólares (78.500 millones de euros) a la entidad.

El Fondo también ha tocado a la puerta de China y de los países exportadores de petróleo.

El organismo cuenta con 200.000 millones de dólares (157.000 millones de euros) y puede obtener fácilmente otros 50.000 millones (39.200 millones), pero si un país grande como Polonia o Turquía se viera en problemas, sus reservas se evaporarían.

No hay muchos países a los que le sobre el dinero actualmente. La zona euro está oficialmente en recesión, después de que ayer se confirmase una contracción en el tercer trimestre y, en América, las noticias no son mejores. Las ventas al por menor se derrumbaron en octubre un 2,8% en EE UU, una cifra récord que supera el bajón de noviembre de 2001.

Estos datos añaden urgencia al debate en la cumbre, que durará dos días.

Bush ofreció ayer una cena a los miembros del G20. Así, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, acudió por primera vez a la Casa Blanca desde que llegó al poder en 2004. El protocolo ha establecido que Zapatero esté sentado entre la canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro holandés, Jan Peter Balkenende.

Hoy se celebrarán dos sesiones de trabajo en el Museo Nacional de la Construcción, donde los asistentes intentarán poner las bases de la nueva estructura financiera internacional. Se debatirán también medidas a corto plazo para responder a la crisis.

Mientras el gobierno de Bush se resiste a otro plan de gasto, su sucesor, Barack Obama, ha dicho que ésa será su prioridad cuando asuma la presidencia en enero.