A Fernando Martín nunca le asustaron los retos. Todo lo contrario. Salió de su pueblo, Trigueros del Valle (Valladolid) con una mano por delante y otra detrás y cuando cumplió los 50 años era ya uno de los empresarios más reconocidos y populares del país. La compraventa de suelo le hizo rico, riquísimo, y le permitió poner el ojo y el bolsillo en la empresa Vallehermoso. Su fusión luego con Sacyr le reportó los beneficios suficientes para crear su primera compañía, Martinsa, y realizar grandes inversiones particulares en sociedades cotizadas, como buen multimillonario. Por el camino, una fugaz presidencia del Real Madrid tras la salida de Florentino Pérez y, muchísimo antes, durante la Transición, militante en UCD, aunque los que le rodean aseguran que El Chato, como le llaman en su pueblo, nunca tuvo padrinos políticos que impulsaran su carrera. Su gran sueño era, es, llevar las riendas de la mayor inmobiliaria de Europa, una idea que maduró "durante años" en su cabeza y que empezó a materializar el 28 de septiembre de 2006, cuando pactó con Manuel Jove la compra de Fadesa por más de 4.000 millones de euros. Casi dos años después, el sueño del emprendedor valiente se ha convertido en una auténtica pesadilla, a punto de estallar al compás del pinchazo de la burbuja del sector del ladrillo. La sombra de la quiebra merodea sobre Martinsa-Fadesa, uno de los grandes símbolos del boom urbanístico.

La historia de la metamorfosis de Fadesa, la tercera inmobiliaria de España, en Martinsa-Fadesa, la número uno del viejo continente en promoción residencial y cartera de suelo, está plagada de sorpresas. La primera, en el comienzo mismo, en el cómo y en el cuánto. Los rumores en el parqué calentaban la cotización del grupo de Jove. Finales de septiembre, las jornadas del 27 y 28. Meses atrás, el empresario gallego había descartado cualquier operación corporativa. Y eso que las cosas de puertas para dentro no le estaban saliendo demasiado bien.

Tras la entrada de José María Castellano, uno de los artífices del milagro Inditex junto a Amancio Ortega -el fracaso en la operación de asalto a Unión Fenosa le pasó una factura muy elevada al tándem histórico en la economía gallega-, la dirección de la compañía decidió echar mano de Borja de la Cierva, hasta entonces máximo responsable del aparato financiero de la multinacional textil, para ocupar el cargo de consejero delegado. El fichaje estrella duró un mes y con él se fue el último intento de Manuel Jove por crear una cúpula fuerte, pensando en que en el futuro la presidencia, destinada a su segunda hija, Felipa, tras la muerte repentina de María José, su primogénita, sería más simbólica que ejecutiva. El hasta ese momento dueño de Fadesa tuvo que cambiar de estrategia.

Con la ayuda, entre otros, de Morgan Stanley, el empresario gallego empieza a sondear el mercado. Y le llueven las ofertas. Casi todas las inmobiliarias medianas de España están dispuestas a asumir el reto de integrar la sociedad con sede en A Coruña para dar el salto y crecer. El sector está todavía efervescente, no hay señales de recesión, y ante un mercado tan competitivo la única salida es comprar. Jove y Fernando Martín se ven las caras y llegan a un acuerdo que asombró hasta a los expertos más optimistas: más de 4.000 millones de euros sobre la mesa, a razón de 35,70 euros por título, lo que suponía una prima de casi el 21% sobre el precio al que las acciones estaban cotizando.

¿Valía tanto la compañía gallega? Para los muchos que lo dudaron, Fernando Martín dio a conocer el informe de auditoría externo, independiente, que avalaba la operación y el canje de acciones. Claro que para llevarla a cabo, al ex presidente del Real Madrid no le quedó otro remedio que acudir a financiación externa y firmar un crédito multimillonario con el que abonar, por un lado, los 2.200 millones que tenía que pagar a la familia Jove por su 54,614% de la empresa y casi otro tanto en previsión de que la Oferta Pública de Adquisición (OPA) lanzada sobre el 100% del capital junto a su socio, Antonio Martín Criado, fuera masiva. Como realmente fue: acudió el 86,48% del capital. Más de una veintena de entidades financieras, entre ellas las dos cajas gallegas, firmaron con Martín el préstamo de 4.100 millones.

Para ganar músculo y, a la vez, evitar que la falta de liquidez pudiera estropear el otro gran sueño del empresario vallisoletano -que esa ansiada empresa estuviera en Bolsa-, el núcleo de Fadesa se abrió a nuevos socios. Como Juan Carlos Rodríguez Cebrián, sobrino político de Amancio Ortega; Bancaja o el propietario del grupo SOS y Caja Madrid, de donde procedía el nuevo consejero delegado, Carlos Vela, en un movimiento que en el mercado se vio como un intento de la entidad de ahorros por vigilar desde dentro todos los movimientos de la compañía ante la magnitud del crédito concedido.

Las sombras sobre la financiación llegaron pronto. En junio de 2007. La propia Caja Madrid, Morgan Stanley, La Caixa y Ahorro Corporación estaban preocupadas por las noticias que llegaban del mercado inmobiliario, con Astroc -otro de los símbolos del despegue del ladrillo- desplomado y arrastrando a otras firmas del sector, y ponían trabas para sindicar el préstamo. Problemas que la nueva Fadesa negaba y que tuvo que acallar incluso el propio Fernando Martín en la primera junta de accionistas que presidía tras la compra.

En ella dio una cuantas pinceladas del futuro de Fadesa. Tras la fusión con Martinsa, el grupo daría otro salto más para convertirse en un gran promotor y con actividades del sector servicios, como la explotación de energías. Para la construcción, cambio de rumbo: diversificación, obra pública y apuesta por los pisos unifamiliares, por levantar viviendas a precios asequibles y de buena calidad, sin renunciar a una de las grandes bazas de Fadesa hasta entonces -y que colocó a Jove como un pionero entre todos los demás-: la experiencia en los países en los que la demanda de pisos estaba sólo comenzando, como Europa del Este, Marruecos o Norteamérica.

El camino se complicaba con las llamadas de atención que llegan al despacho de Martín desde las entidades bancarias. Los avales que Martín y Martín Criado saben a poco tal y como se están poniendo las cosas. Así que Fadesa suelta lastre y empieza a vender suelo y activos. Como aperitivo, las participaciones en varios de los hoteles Barceló, que cayeron de nuevo bajo la batuta de Jove. La compañía intenta así levantar los resultados trimestrales y el anual, casi en números rojos tras los enormes gastos de la OPA. El beneficio neto del primer semestre de 2007 caía un 1,8%.

Cuando llega el momento de la verdad, la integración de la compañía, las acciones ya valen la mitad de lo que pagó Martín. Una realidad que no empañó el día del reestreno en Bolsa, con toque de campaña incluido.

"Unos empiezan los proyectos, otros los desarrollan y otros los terminan. Lo importante es tener la determinación de remar contra corriente. Si llegan los momentos malos, no te quejes, resuélvelos". Las palabras de Fernando Martín durante el acto oficial en el parqué madrileño tienen hoy, medio año después, otra lectura. "En un escenario conservador -aseguraba- estamos seguros de que podremos duplicar la dimensión y resultados de la compañía en cinco año, ganando cuota de mercado en España de forma notable". Los deseos del empresario sin miedo a nada viven ahora un muy difícil momento. "Les invito -decía por entonces Martín- a seguir con interés y atención la evolución de las acciones de Martinsa-Fadesa. Estoy convencido de que dará muchas alegría a los que vean en nuestra acción un valor seguro".