Sería usted capaz de vivir con 600 euros al mes, o, lo que es lo mismo, con 20 euros al día? Ése es el importe de la pensión media en Galicia -la segunda más baja de todo el Estado tras Extremadura- y también el principal motivo por el que casi 100.000 jubilados gallegos tienen que desempeñar algún tipo de actividad remunerada que les permita completar su renta y llegar a fin de mes. Dos estudios -uno de la Fundación Atenea y otro de Deutsche Bank- a los que ha tenido acceso este periódico coinciden en que el 20% de los jubilados mayores de 65 años (y también menores en algunos casos) recurren a la economía sumergida para aumentar su nivel de ingresos, porcentaje que los sindicatos creen que ya es mayor debido a la pérdida de capacidad adquisitiva de este colectivo en los últimos años por las presiones inflacionistas.

Los expertos denominan a este grupo como "activos encubiertos", trabajadores retirados que aprovechan sus conocimientos profesionales para ganarse unos euros extra y llegar a fin de mes sin apuros. El problema es que la ley es taxativa en este punto y dice que no se puede cobrar la prestación y, de forma encubierta, seguir trabajando. Pero miles de pensionistas lo hacen "porque no tienen más remedio", como reconoce Mario Bouza, coordinador de la Unión de Pensionistas, Jubilados y Prejubilados de UGT. "Las pensiones en Galicia se quedan cortas para lo que hoy es el coste de la vida", apunta.

Bajo cuerda

Un estudio de Deutsche Bank sobre los estilos de vida y necesidades en la jubilación llevado a cabo en el noroeste de España (Galicia y Asturias, principalmente) revela que el 22,2% de los retirados mayores de 65 años siguen trabajando "bajo cuerda", lo que en el caso de la comunidad gallega se traduciría en unas 96.600 personas sobre un colectivo de 435.270 jubilados, según las últimas estadísticas ofrecidas esta semana por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.

No obstante, otro informe, en este caso elaborado por el catedrático de Sociología y Ciencias Políticas Domingo Comas Arnau, para la Fundación Atenea, aplica un porcentaje similar pero a todo el colectivo de pensionistas, incluyendo a prejubilados, viudas, personas con incapacidad permanente, huérfanos y otro tipo de perceptores. En Galicia hay ahora mismo 707.971 pensionistas -de una u otra modalidad-, por lo que el número de personas que haría trabajos sin rendir cuentas a la Seguridad Social ni a Hacienda ascendería a más de 157.000, cifra con la que están más de acuerdo los sindicatos.

Las centrales apuntan sobre todo al colectivo de prejubilados, trabajadores de unos cincuenta años que de buenas a primeras se ven en la calle, algunos incluso en plenas facultades físicas y mentales y que no están dispuestos a quedarse en casa con los brazos cruzados. En este grupo destacan los empleados de banca, que además de disponer de un buen respaldo económico, realizan servicios de asesoría fiscal y financiera de espaldas a la ley.

Pero la mayoría de los prejubilados gallegos no parten de una situación económica tan cómoda, como explica el secretario confederal de la CIG de Negociación Colectiva, Antolín Alcántara. Trabajadores procedentes del sector de la construcción, el naval o la conserva, castigados físicamente, o profesionales mayores de cincuenta años afectados por expedientes de regulación de empleo y que son incapaces de volver al mercado laboral tienen que conformarse con pensiones "miserables" y recurren a hacer "chapuzas".

Este sindicalista recuerda que Galicia tiene -junto con Extremadura- una de las pensiones medias más bajas del Estado, acorde a los sueldos, que siempre han estado a la cola, pero esta no la única razón. Antolín explica que el mercado laboral gallego tardó "demasiado tiempo" en regularizarse, y que abundan los casos de trabajadores que pese a llevar cuarenta años en una misma empresa, sólo han cotizado por la mitad, "o menos".

No contributiva

El problema, según los sindicatos, es que cada día son más los pensionistas que se buscan la vida al margen del subsidio para sobrevivir. La subida del coste de la vida hace que los jubilados tengan cada vez menos poder adquisitivo, y coloca a un buen porcentaje de ellos por debajo del umbral de la pobreza. "Buscan lo que pueden para poder subsistir", apunta Mario Bouza, de UGT, tras lo que plantea la necesidad de actualizar la cuantía de las pensiones, sobre todo las mínimas y las no contributivas.

José Díaz Montero, de la Federación Gallega de Jubilados y Pensionistas de CC OO, hace especial hincapié en el caso de las viudas de mayor edad, que cobran unas "miserias", y que deberían tener una atención especial por parte de las Administraciones.