Actualmente, sobre un total de 600 bodegas que operan en el país, 152 contemplan el turismo como una unidad de negocios con panorama alentador.

"El turismo vitivinícola empezó a despegar con fuerza hace unos cinco años. Hace una década era impensable que una bodega se planteara la posibilidad de recibir visitantes", dijo a Efe María Belén Gaua, coordinadora de la Comisión Nacional de Turismo Vitivinícola de Bodegas de Argentina.

Pero tras la crisis económica de 2001, con la llegada masiva de turistas al país, las bodegas comenzaron a capacitar personal y montar infraestructura para recibir turistas.

"Es un fenómeno que no para de crecer. Para este año esperamos un incremento del 40 por ciento en el número de visitantes a las bodegas", señaló Gaua.

Según un reciente informe de Bodegas Argentinas, que agrupa a los productores vitivinícolas, el turismo por los "caminos del vino" en el país creció un 118 por ciento en 2007, cifra considerablemente mayor que el alza interanual del 21 por ciento en el total de turistas que visitaron Argentina el año pasado.

Un 39 por ciento de los "enoturistas" es extranjero, principalmente de Brasil, Estados Unidos, Canadá, Chile y el Reino Unido, países donde el vino argentino se está ganando buena fama.

El informe revela que el perfil del "enoturista" promedio es mujer, joven y con avidez por conocer de cerca el fascinante mundo de los caldos de Baco.

Además, sólo el 27 por ciento de los visitantes está ya enrolado en el sofisticado club de los "wine lovers", lo que revela que la gran mayoría elige recorrer una bodega como una opción más de ocio entre las tantas que ofrecen las ocho provincias productoras de vinos, bendecidas por atractivos e imponentes paisajes al pie de los Andes.

"La mayoría de los turistas viene para aprender sobre el mundo de los vinos, que es algo que está generando un interés creciente. No se trata de expertos con conocimientos previos, sino de gente con curiosidad por aprender", señala Gaua.

Según un informe de la Secretaría de Turismo de Argentina, que ha intensificado la promoción de este atractivo en ferias internacionales, "el vino argentino es, hoy, uno de los imanes que más atrae a los visitantes que llegan desde el extranjero".

Algunas bodegas hospedan a los turistas en antiguas casonas y fincas recicladas, donde se pueden saborear platos regionales y, por supuesto, probar los mejores vinos.

La provincia de Mendoza, la mayor productora vitivinícola del país, mantiene el liderazgo en cantidad de turistas que recorren los "caminos del vino".

Allí está emplazada Familia Zuccardi, la única bodega argentina distinguida como "Experiencia relevante en turismo vitivinícola" a nivel mundial por la red global de las Grandes Capitales del Vino, que reúne a las ocho capitales internacionales del vino, entre las que figura Mendoza.

Cerca de 50.000 personas, el 53 por ciento extranjeras, visitaron el año pasado las bodegas Zuccardi en Mendoza.

"Abrimos nuestras puertas al turismo desde 2001. Buscamos hacer vivir a la gente lo que es el trabajo en los viñedos y que conozcan el paso a paso de la elaboración de vinos. Y como beneficio logramos una mayor fidelización de los consumidores con nuestras marcas", señaló a Efe el responsable de Relaciones Institucionales del grupo, Sebastián Alén Guichón.

La oferta de actividades de la bodega incluye desde visitas a los viñedos hasta programas para participar en la vendimia o en la poda de las vides e incluso un romántico paseo en globo aerostático saboreando un buen champán.

Otra de las bodegas más visitadas es Norton, también en Mendoza, que en 2007 recibió a 20.000 turistas y este año espera unos 30.000.

"Existen dos tipos de público, los que no poseen ningún conocimiento de vinos y los que con una base, de acuerdo al gran giro que tiene el tema en la cultura actual, buscan profundizar los conocimientos que poseen. Ambos llegan ávidos de compartir experiencias mano a mano con el vino y sus creadores", dijo Martín Uriburu, gerente de Relaciones Públicas y Turismo de Bodega Norton.

El clásico es la visita guiada por los viñedos, con el plus de una imponente vista de la Cordillera de los Andes y, en primavera y verano, un "picnic" en los jardines de la bodega.