Así, la compañía ha asegurado que no subirá el recargo que cobra por la carestía del queroseno, aunque ello le suponga reducir sus beneficios en el medio plazo y dejar aviones en tierra. Concretamente, la compañía ha retirado del servicio del aeropuerto londinense de Stansted siete aviones durante el invierno pasado para reducir el incremento de los costes y ha anunciado que durante la próxima temporada invernal dejará en tierra hasta veinte (más de un 12% de su flota total al cierre del pasado ejercicio).

La aerolínea ha indicado que la mayor preocupación para el sector es en la actualidad la carestía del petróleo, que en las últimas semanas está rondando los 130 dólares por barril, pero que si se mantiene la previsión de incremento de sus tarifas durante este año (un 5%) y el actual precio del crudo, cerrará el ejercicio que acaba de comenzar sin pérdidas ni ganancias. Pese a ello, la aerolínea espera que sus beneficios vuelvan a crecer una vez que se rebaje el precio de los carburantes.

Para no subir las cargas por combustible, ha añadido, está reduciendo los costes en otras áreas a través de aviones más eficientes, un recorte de empleo en el servicio telefónico de Dublín, una renegociación de sus contratos de servicios de tierra y un fomento de la facturación a través de Internet. Ryanair ha transportado durante el pasado ejercicio un total de 50,9 millones de pasajeros, un 20% más que el año anterior.

De cara al futuro, aunque la aerolínea ha señalado que no prevé que el actual precio del crudo se mantenga a medio plazo, no considera que estos altos precios del petróleo supongan el fin del negocio de las compañías de bajo coste. Por el contrario, Ryanair ha asegurado que estas aerolíneas tienen más margen para aprovechar este contexto con el objetivo de quitar cuota de mercado a las aerolíneas tradicionales.