Esta máxima, a la que los organizadores de El Sol suelen recurrir cuando se les pregunta por la evolución de la creación publicitaria, ha tomado forma en la pantalla de la sala de cámara del Kursaal, por la que han desfilado las campañas galardonadas en las dos décadas largas del festival, que desde hace seis años cuenta con participación iberoamericana.

Decenas de anuncios han hilvanado este viaje al pasado de las grandes ideas publicitarias, aquellas que han dado sustento al producto, independientemente del mayor o menor alarde tecnológico.

El hombre que llamaba a "Patxi" a gritos desde el balcón de su casa, una campaña de Euskaltel premiada en el festival en 2002, basó su éxito en la sencillez, con una factura en las antípodas de las sofisticadas imágenes que suelen acompañar a los anuncios de las grandes marcas de coches, como el bello calidoscopio de BMW galardonado dos años después.

Ejemplos de uno y otro concepto han compartido el palmarés de estas 23 ediciones, que desde la llegada de piezas del otro lado del Atlántico empezó a tener diferentes acentos; el argentino con una presencia notable.

Argentina, que sigue a España en número de piezas a concurso, ha dejado su huella en la historia reciente del festival con anuncios en los que el jurado ha valorado su originalidad, como la serie "Tiempos duros para el romanticismo", en la que sus creadores enseñaron que no hacían falta chicas estupendas para promocionar un desodorante.

México ha dejado también su sello con una campaña para MTV plagada de flatulencias, una irreverencia que poco tiene que ver con la angelical y exitosa "Amo a Laura", creada en España para la misma firma e igualmente premiada en El Sol.

Pero si hay campañas que han irrumpido con fuerza en la lista de galardonados ésas son las de la ONCE, distinguidas en varias ediciones.

La Cruz Roja también ha repetido premios, con piezas dirigidas directamente al corazón, como la del bebé que da su chupete a un niño al que ve llorando en la televisión, víctima de una de las innumerables tragedias del Tercer Mundo.

Figura asimismo en el palmarés el anuncio de aquel torero no precisamente valiente que pretendía rehuir la faena taurina pidiendo "La Casera", así como el de Galerías Preciados en que los maridos sucumbían cuando sus mujeres se evaporaban en época de rebajas y que en estos días probablemente no sería visto con buenos ojos por más de un colectivo feminista.

En otros muchos, el mensaje seguiría estando vigente. Un ejemplo: la campaña de TVE en la que un perro acaba haciendo la maleta porque su pequeño dueño pasa el tiempo pegado, imperturbable, a la televisión.

Y es que, como asegura Carlos Rubio, gerente del certamen y presidente de su entidad organizadora, la Asociación Española de Agencias de Publicidad, en este mundo de los anuncios están cambiando "las formas de hacer y llegar al consumidor", pero la buena publicidad "siempre permanece".