El Pabellón del Centro Galego de Tecnificación Deportiva vivió ayer un ambiente de gala que entremezcló la felicidad con la nostalgia. Una nostalgia que ya invadió al entorno arxilista ante el vacío que se viene tras la marcha de Ana Martín.

La alero viguesa se despidió ayer en la que ha sido su casa rodeada de sus allegados, sus compañeras, los trabajadores y la afición del club de su vida. Caretas en la grada con su imagen engalaron el CGTD en el que Martín ha jugado los últimos 17 años de su vida.

Una emoción desbordante tras el final del partido reinó en el choque definitivo de Ana Martín, que deja el baloncesto por problemas de espalda y por trabajo.

La de la alero es una retirada "muy meditada" y con un buen sabor de boca por esta despedida final.