El derbi vigués entre el Coruxo y el Celta B dejó al equipo de O Vao tocado y ocupando puestos de "play out" de permanencia y a un filial que acumula su cuarta victoria consecutiva y que se queda a un punto de la última plaza que clasifica para el play off de ascenso a cinco jornadas para la conclusión de la Liga.

Poco fútbol se vio ayer en el choque entre Coruxo y Celta B. La intensa lluvia caída en los últimos días anegó el campo de O Vao, que acumuló tanta agua que el sistema de drenaje del terreno de juego fue incapaz de desalojarla. Y con estas condiciones se inició el encuentro. Estaba claro que quien marcara primero tendría todas las papeletas para llevarse el premio, y ese fue el filial del Celta, que aprovechó un mal despeje de la defensa del Coruxo para adelantarse en el marcador.

Rafa Sáez trató de sorprender con un "once" en donde Adrián Pazó se quedaba en el banquillo y su lugar lo ocupaba Antón de Vicente, apostando una vez más por jugar con Mateo como hombre más adelantado. Rubén Albés también jugó sus cartas, y finalmente echó mano de Dennis, que estuvo el sábado en el banquillo de Balaídos, colocándolo en punta de ataque junto con Juan Hernández.

Empezó mejor el cuadro céltico, presionando en la zona central y, posiblemente, adaptándose mejor a las condiciones del campo de O Vao. Los jugadores entrenados por Albés apostaron por un fútbol directo, buscando su banda derecha que era, en teoría, la que menos agua acumulaba y, por consiguiente, en donde se podía controlar y jugar más el balón.

Más problemas tuvieron los jugadores del Coruxo para adaptarse el campo, y cuando quisieron hacerlo estaban por detrás en el marcador. A los nueve minutos no fueron capaces de sacar el balón del área con un patadón, y este quedó muerto en los pies de Juan Hernández, que le pegó al segundo palo entrando limpio. A pesar de llevarse tan solo nueve minutos de juego, era un gol muy importante, ya que era una gran ventaja dadas las condiciones del terreno de juego.

El tanto le dio alas al Coruxo. Los jugadores entrenados por Rafa Sáez dieron un paso al frente y no tardaron demasiados minutos en tener presencia en el área céltica, aunque sin pegada. Un disparo lejano de Borja Yebra y otro de Mateo fueron las acciones con más peligro en los primeros cuarenta y cinco minutos de juego. El Celta B, por su parte, se limitaba a estar bien colocado en defensa, procurando recuperar algún balón para salir a la contra y sentenciar el partido.

Tras el paso por el vestuario, Rafa Sáez revolucionó el equipo. Dejó una defensa de tres centrales, con Mario, que entró por Pitu, Crespo y Pablo. Colocó a Antón en la banda derecha y Rafa Mella, que comenzó como lateral, se colocó en punta de ataque junto a Mateo. La apuesta le dio buen resultado en lo que a posesión se refiere, pues cierto es que el Coruxo fue claro dominador de los segundos cuarenta y cinco minutos, pero una vez más el equipo adolece de pegada y casi todo el juego ofensivo se diluía en la frontal del área, en donde el Celta B tenía bien aprendida la lección y, lejos de florituras, no le dolían prendas a la hora de despejar el balón del cualquier manera.

Sáez puso toda la carne en el asador. Primero metió a Silva como un hombre más de ataque en lugar de Álex Arias. Cierto era que dadas la condiciones del campo, era imposible llevar el balón jugado, por lo que una de las pocas opciones viables era olvidarse del toque en corto y jugar en largo tratando de meter balones al área o intentar disparos desde la frontal. Pero los jugadores del filial, ayer, fueron solidarios y todos ayudaron en las labores defensivas para impedir que los jugadores del Coruxo dispusieran de buenas opciones de disparo.

No es menos cierto que el cansancio pasó factura en esta recta final del encuentro y las fuerzas estaban al límite para poder llegar al área rival. Un derbi descafeinado que se llevó el que aprovechó su ocasión.