Tras mostrarse durante la primera vuelta como uno de los equipos más fiables como visitante, el Celta ha invertido al tendencia y se ha aferrado en la segunda a su fortaleza en Balaídos para mantenerse en la pelea europea. Ahora, en Butarque, el equipo vigués se propone lograr su primer triunfo lejos de Balaídos en casi tres meses en una jornada clave para sus intereses debido a los enfrentamientos directos entre el Betis y el Girona, que esta noche se enfrentan en el Benito Villamarín, y el Villarreal y el Sevilla, que mañana abren los partidos del sábado en el estadio de la Cerámica.

El equipo vigués quiere romper frente al conjunto pepinero, que afronta el choque en tierra de nadie, sin opciones de luchar ya por Europa, pero con la satisfacción del deber cumplido tras garantizarse con holgura el objetivo de la permanencia, una racha de seis partidos consecutivos sin ganar lejos de Balaídos (cinco derrotas y un empate) que le ha menguado sus aspiraciones europeas.

Para este antepenúltimo compromiso a domicilio, el técnico céltico recupera al delantero uruguayo Maxi Gómez, ausente por sanción el último partido en casa contra el Sevilla, y seguramente podrá contar también con Robert Mazan, quien ayer completó sin limitaciones (aunque con alguna molestia) su segundo entrenamiento con el grupo. Unzué dispondrá de los 20 miembros del primer equipo (incluyendo a Brais Méndez), con lo que deberá realizar dos descartes. Uno de ellos será seguramente Mazan, todavía renqueante de su lesión muscular; el otro va a depender de si el técnico ha levantado por completo el castigo a Emre Mor, ausente de las últimas dos convocatorias por un problema de indisciplina y falta de actitud durante los entrenamientos. La aceptación por parte del técnico y la plantilla de las disculpas ofrecidas por el jugador y su reincorporación esta semana a los entrenamientos con el grupo hace pensar que Unzué incluirá este mediodía a Mor en la relación de convocados para el duelo antes el equipo madrileño.