Un tanto de penalti de Cristiano Ronaldo en el tiempo añadido (m.97) clasificó al Real Madrid para las semifinales de la Liga de Campeones, que despidió a un épico Juventus, muerto en la orilla del éxito tras firmar un partido épico y a la vez trágico para Gianluigi Buffon.

Solo un milagro concedía esperanzas a la Juventus. Massimiliano Allegri, sin embargo, acudió a la cita como un cordero degollado. "Tenemos pocas opciones", aseguró. Pero por dentro, en el vestuario, seguro que el mensaje fue otro, porque sus jugadores salieron al campo como un volcán en plena erupción. Arrasaron en los primeros diez minutos, revolucionaron la eliminatoria y pusieron nerviosos a novedades como Vallejo.

El defensa blanco pareció acusar la trascendencia del partido. No se compatibilizó bien con Varane y, además, Douglas Costa desestabilizó continuamente a Marcelo. Y, con esos agujeros, y sin la jerarquía de Ramos, en el segundo minuto, llegó el primer gol del croata Mandzukic, que remató un centro desde la banda derecha de Khedira. Se avecinaba un buen lío.

Entonces apareció Kroos para calmar el ímpetu italiano. El centrocampista alemán fue el único capaz de aportar alguna idea en medio de la tormenta. Modric estaba espeso y su compañero dio un respiro de media hora al Real Madrid en una buena pelea con Pjanic. El bosnio no estuvo en la ida por sanción y su equipo lo notó. Con él sobre el césped fue otro.

Pero Kroos, de vez en cuando, consiguió comerle el terreno y el cuadro blanco, pese a sus errores y carencias, logró sumar alguna ocasión. Entonces, apareció Gianluigi Buffon, que se iba a despedir de la Liga de Campeones y quería hacerlo a lo grande.

Salvó un mano a mano ante Isco, otro disparo del malagueño y un remate de Bale, otra vez casi desaparecido en combate empeñado en dar bandazos a pierna cambiada. El galés sigue sin aportar demasiado y perdió otra oportunidad de demostrar que puede asentarse en el once. Sentó a Benzema y firmó una primera parte para el olvido.

Y en medio de esa aparente felicidad, apareció de nuevo Mandzukic con su cabeza de lujo para batir a Navas en una jugada parecida a la primera. El croata se fajó de un timorato Casemiro e hizo su segundo tanto. Del lío, de repente se pasó al terror. Miedo, era la palabra que mejor definía el ambiente que se respiró en el Bernabéu al descanso, al que se llegó con un cabezazo de Varane al larguero.

Zidane no esperó para hacer cambios. No quería tonterías y en la segunda parte salieron Lucas y Asensio. Se fueron Casemiro y Bale. El galés fue señalado, ya no hay patente de corso en el Bernabéu. Si no funcionas, fuera. Y más cuando te juegas toda la temporada en 45 minutos.

Con esas novedades, el técnico francés consiguió controlar un poco más la pelota y el ímpetu turinés se frenó. Pero la inquietud flotaba en el ambiente, porque el Real Madrid tampoco generaba peligro y se mascaba la tragedia. En cualquier acción aislada podía llegar. Y, a falta de media hora, ocurrió lo que le destino tenía preparado a los blancos cuando a Keylor Navas se le escapó un centro que rebañó Matuidi para poner el 0-3 en el marcador.

La peor pesadilla posible se instaló en el Bernabéu. Seguramente muchos disfrutaron el día anterior de la debacle del Barcelona. De repente, se vieron con una soga rodeada en su cuello a punto de sellarse para callar las bromas de la tormenta perfecta para algunos merengues que disfrutaron con la eliminación azulgrana.

En los últimos diez minutos, el Real Madrid tiró de casta. Sin ideas, no había otra opción. Y con arrestos, de nuevo Varane, tras revolverse en el área, y Cristiano, con un cabezazo, pudieron hacer el tanto que habría dado la clasificación al Real Madrid.

Pero el fútbol es caprichoso y cruel. Cruel para el Juventus, que firmó una gran actuación. Mereció mucho más. Murió en la orilla porque Ronaldo marcó de polémico penalti en el tiempo añadido. Benatia cometió una pena máxima sobre Lucas Vázquez, Buffon desesperado fue expulsado. El portugués fusiló y evitó el sofoco.