Con 19 años llegó al Arxil y con casi 36 se despedirá. Será el próximo sábado cuando Ana Martín diga adiós a un club que ya se ha convertido en su casa. El partido contra el Basket Mar Gijón será el último (oficial) de la alero viguesa con la camiseta verde y su número 8. "Con todo el respeto para los rivales, para mí va a ser una fiesta", comenta Ana, que asegura que en ese encuentro "solo quiero disfrutar".

Desde hace años concilia la vida laboral con el deporte. Los problemas físicos en la espalda han empañado un poco sus últimas temporadas y han sido lo que al final la han llevado a decidir que este curso sería el último en las canchas, aunque asegura que no se desligará del todo del baloncesto, pues seguirá jugando con sus amigos y amigas. "Tantos años dándole caña al cuerpo se notan. Mi 'cabeciña' funciona perfectamente, lo que no me va igual es de la cabeza para abajo", bromea la alero, que por esto cree que esta retirada será definitiva.

Afirma que empezó la liga sabiendo que sería la última y reconoce que, aunque no ha sido un año excesivamente malo en cuanto a los resultados, "siempre te apetece acabar un poco más arriba". Además, comenta que "a nivel personal empecé bien, pero después de Navidad se me hizo un poco cuesta arriba con mis dolores de espalda".

El pasado sábado jugó el último derbi contra el Cortegada, que se llevó el equipo de Vilagarcía por 80-68. "Me dio un poco bastante de rabia. A parte, no tuve un día muy inspirado, así que aún peor, pero a estas alturas de la vida tampoco me voy a flagelar. Ningún equipo se jugaba nada, así que fue incluso aburrido", comenta con buen humor.

Su próximo rival, el último de su carrera profesional, se está jugando la permanencia en la categoría, pero para Ana será un día especial y "lo voy a disfrutar".

"Me quedo con la gente"

De sus 17 años en el Arxil, Ana lo tiene claro: "Me quedo con la gente sin dudarlo". Tras más de 300 partidos defendiendo la camiseta verde, ha coincidido con muchísimas jugadoras. "El otro día estaba intentando recordar con Carla a unas compañeras que habían jugado con nosotras y en qué año era", bromea.

Y es que su buen humor es una de sus grandes virtudes. Un buen humor que, seguro, echará de menos la familia arxilista.