Luismi Areda (Vigo, 1974) lleva una semana entrenando al primer equipo del Pontevedra, al que trata de inculcar su idea de juego pese a que su tiempo en el banquillo todavía es una incógnita. Él no se se preocupa por ello, disfruta de la experiencia y trata de introducir conceptos en los que cree para ganar el domingo al Celta B y ganarse por fin el crédito para quitarse la etiqueta de interino.

- Acumula su primera semana trabajando con el Pontevedra. ¿Qué sensaciones le han dejado estos días de convivencia y entrenamientos con el equipo?

- Estoy muy contento por esta primera semana. La actitud de los jugadores es fantástica y me han aceptado muy bien. Al final, es importante que ellos sean receptivos con todo lo que les tratas de transmitir. Y en ese sentido, estoy encantado porque la predisposición en el trabajo es fantástica. Intentan entender el modelo de juego que queremos implantar y eso es muy importante.

- Tiene que ser difícil llegar nuevo a un vestuario en el que muchos jugadores ya acumulaban varios años bajo las órdenes de un mismo entrenador y que estaba acostumbrado a su forma de trabajar.

- Sí, claro. Lo mejor de todo es que hubo esa semana de vacaciones porque al final esa transición pequeña de tiempo permite establecer un antes y un después. Eso ha permitido afrontar mejor lo que les dije el primer día, el 26 cuando empezamos. que no mirasen atrás. Lo pasado, pasado está. Ahora se abre una nueva etapa y debemos afrontarla con la máxima ilusión y ganas posibles. Y recuperar la confianza, que al final es de lo que se trata. Si ellos recuperan todo eso, las cosas van a salir porque evidentemente son buenos futbolistas. Si están aquí es porque antes lo han hecho bien en otros clubes o en el propio Pontevedra. Empieza una nueva liga para nosotros.

- ¿El equipo estaba bloqueado?

- Yo a diario no los veía. Pero sí los domingos. Y evidentemente había cosas que no eran normales. Son futbolistas de mucha calidad y no les estaban saliendo las cosas. Evidentemente, algo pasaba. Pero tampoco quiero pensar en ese pasado. Yo les pido a los futbolistas que se olviden y yo tampoco quiero recordarlo. Era otro cuerpo técnico y otra idea. Ni mejor ni peor que la mía. El cuerpo técnico anterior intentó sacar lo mejor de cada futbolista y nosotros intentaremos hacer lo mismo para que rindan bien y eso se vea plasmado en cada partido.

- Llega en una situación de interinidad. El club ha apostado por usted pero, de momento, no definitivamente. ¿Cómo se maneja esa situación?

- Yo me fijo en el día a día. Ahora sé que tengo que estar el domingo contra el Celta B. Estoy preparando todas las sesiones de cara al domingo y no quiero ver más allá. Es que no está en mis manos tampoco. No tendría sentidos darle vueltas. Me tengo que centrar en que los futbolistas que salgan en el partido lo hagan lo mejor posible para intentar sacar los tres puntos e irnos con buenas sensaciones. De verdad, no me paro a pensar más allá porque yo tampoco sé lo que va a pasar. Me centro en que cada día todo vaya lo mejor posible y que la predisposición siga siendo buena como hasta ahora y que no haya lesiones.

- ¿Se puede trabajar bien así, solo pensando en el día a día?

- Sí, porque no llego de un equipo distinto. Yo ya era empleado del club y esta es como mi casa. Ahora estoy aquí de nuevo e intento ayudar y aportar para salir de ahí. Los miembros de este cuerpo técnico buscamos que las sensaciones sean otras y que los resultados sean otros.

- Hasta ahora había entrenado a equipos de base y a nivel senior a Mondariz y Atios, de Preferente Autonómica. Su Juvenil estaba compitiendo muy bien en la máxima categoría, pero de repente se ve en el Pontevedra para intentar salvar al equipo de un descenso a Tercera. ¿No da cierto vértigo?

- ¿Sabe qué pasa? Que yo me considero una persona de fútbol y estoy en mi hábitat natural. Estoy en el verde, que es lo que me gusta. Evidentemente ahora tengo que entrenar a futbolistas de otro nivel, pero yo hago lo mismo con ellos que con otros chicos. Entiendo que desde fuera pueda parecer más llamativo, pero desde el banquillo o el campo no me siento presionado. No vengo con nervios, sino con una ilusión tremenda. Estoy disfrutando porque veo que ellos también lo están haciendo. Y me voy contentísimo para casa cada día. Las sensaciones son buenísimas. En ese sentido, para nada siento vértigo. Esto es algo que ya he vivido como jugador y también como entrenador, aunque a otras escalas. Pero al final es fútbol, sea el nivel que sea, y no me impresiona.

- Lo que pasa es que no llega en la situación más óptima al equipo. Y más a un conjunto que no estaba diseñado para pelear por salir de ahí abajo.

- Pero yo lo afronto como un borrón y cuenta nueva. Partimos de cero. Son 19 jornadas que tenemos por delante. Tenemos que centrarnos en hacerlo bien en este período. ¿Llega el Celta B? Pues vamos a intentar ganarles, a por ellos. Queda tanto... Otra cosa sería si faltasen dos jornadas y no hubiese margen para evitar el descenso. Pero quedan 19 y pueden pasar tantas cosas... Por eso lo afronto como si empezáramos una temporada nueva y quiero que los futbolistas lo vean así también. Quiero que todos empecemos de cero. Y juntos, creo que van a salir las cosas bien.

- Insiste mucho en el modelo de juego. El anterior cuerpo técnico apostaba por un estilo más vertical y las cosas esta temporada no le terminaron de salir bien. Usted en el Juvenil apostaba por mantener la posesión un poco más. ¿Cree que este equipo tiene futbolistas para tocar más la pelota?

- Mi idea es esa. Yo llego aquí con una filosofía que he traído de antes. Mis equipos se identifican por un modelo de juego claro. Los futbolistas deben tener claro a qué queremos jugar y eso se debe ver en el campo. Vamos a intentar tener un juego combinativo y asociarnos. Queremos controlar el partido mediante la posesión de balón. Esa es mi idea. Después, sin pelota queremos ser un equipo agresivo tras pérdida para intentar recuperar cuanto antes. Pretendo que seamos un equipo que no demos un paso atrás, sino hacia adelante para intentar robar la pelota al rival o que éste se equivoque para así volver a tener el balón. Creo que es la mejor manera para defender, porque si tú manejas el esférico, el contrario tiene que correr detrás de ti y lo puedes desgastar para ir madurando el partido. Además, así los jugadores pueden disfrutar mucho más del partido y eso ayuda a ganar. Si el futbolista disfruta y se encuentra cómodo, todo es más fácil.

- Entonces, ahora vamos a ver a un equipo que no le quema el balón.

- Eso es lo que yo quiero. Pretendo que circulemos la pelota y que le demos pausa si es necesario al juego. Evidentemente, también debemos saber correr y por supuesto replegarnos y contraatacar. Durante los partidos hay momentos para todo. Pero la idea principal es ser un equipo que tiene el balón y que domina los partidos a base de la posesión. Y si la perdemos, que recuperemos cuanto antes yendo todos juntos a recuperar hacia delante.

- ¿Se puede jugar a eso en Segunda B?

- Yo creo que sí. Si trabajas eso durante la semana y el futbolista lo entiende y adquiere los mecanismos de posesión y movilidad, creo que sí. Tenemos jugadores de muchísima calidad y creo que va a ser muy difícil quitarnos la pelota. Creo que así podemos desorganizar al rival. Además, si cuando la perdemos estamos juntos y sabemos dónde y cuándo apretar, podemos robarla rápido y defender lejos de nuestra portería. Debemos correr cinco metros adelante para no tener que hacer luego 20 para atrás. Dando un paso al frente tras pérdida, el equipo va a sufrir mucho menos. Y Pasarón es muy grande, por lo que creo que es mejor dar un paso adelante y juntarnos tras pérdida porque así el equipo va a sufrir mucho menos. Si se trabaja, cualquier modelos de juego es válido para cualquier categoría.