Enero. Era el plazo fijado para la reaparición de la internacional júnior brasileña Gabriela Romero tras la grave lesión de rodilla sufrida la pasada temporada y que la tuvo varios meses alejada de las canchas. "Fue muy duro, sobre todo de cabeza", reconoce. "Luego está la cirugía, que aunque es una lesión común en balonmano (rotura de cruzado y menisco), la recuperación es larga. Los primeros meses lo bueno es que pude pasarlos con mi familia en Brasil", dice la jugadora, que regresó a A Guarda a los cinco meses. "Al volver tuve un trabajo excepcional con Fabio, que es nuestro preparador físico, y trabajaba conmigo 24 horas al día, para volver cuanto antes con las chicas", apunta.

La central se muestra orgullosa de sus progresos. "Prades (el entrenador) me fue metiendo poco a poco en pista y a los siete meses de la lesión pude volver a vestirme de corto", relata. Fue contra el Elche Mustang, fuera de casa. "Los plazos indicaban que volvería en enero. Trabajábamos para en enero estar a tope, pero el trabajo que estábamos haciendo iba tan bien que pude volver un poco antes", cuenta.

Primero disputó "un minuto" en Elche. "Se me pasó como diez segundos", reconoce. "Luego vino ya mi primer partido en A Sangriña, que fue donde me lesioné. Me convocó ante el Zuazo. Ahí fueron ocho minutos. La única cosa que se me pasaba por la cabeza era acabar el partido bien y sacar los dos puntos", apunta.

Después estuvo también en la lista ante Castellón y, ahora, el parón. "Para mi está resultando genial. Estoy poniéndome más fuerte, con amistosos y trabajo específico para volver en enero a tope".

En este regreso la rodilla no se ha resentido. "No puedo quejarme porque he tenido una rehabilitación muy buena en Brasil con la selección y luego aquí después con Fabio y Prades. La cosa ahora es de cabeza, solo de cabeza, convencerme de que soy capaz. Pasas a ser tu propio enemigo porque a veces mi cuerpo estaba bien pero mi cabeza decía que no".

Una lucha interna en la que sus compañeras han sido un pilar fundamental. "Me ayudaron mucho. Cuando estaba lejos en Brasil me apoyaron un montón. Al volver, en los primeros entrenamientos me metía a la pista con ellas para hacer pases y el balón iba mal y me agobiaba. Muchas me decían que estuviera tranquila y que era normal. Fueron un gran apoyo. El grupo me sostuvo", reconoce la brasileña, que acaba de superar la lesión más grave que ha sufrido hasta ahora: "Espero que sea la última".

No podrá borrar ya jamás de su cabeza aquel 1 de marzo en el que el Mecalia jugaba ante el Alcobendas. "El partido estaba en la primera parte, habían discurrido ocho minutos". La lesión llegó en el peor momento para ella, que acababa de llegar al equipo. "Era el momento en el que yo estaba más adaptada al grupo, ya estaba asimilando los conceptos de Prades", se lamenta.

"Fui a hacer un cambio de dirección yo sola y se me fue la rodilla. Sentí un chasquido y luego un dolor muy fuerte. Ahí me di cuenta de que algo malo había pasado", rememora. "Yo no me acuerdo pero me dicen que grité mucho al momento. Yo solo me acuerdo de que lloraba mucho. En la enfermería, con el médico, quería intentar volver a la pista, pero ya no podía", indica.

Las pruebas confirmaron lo peor: la temida "tríada". "No podía andar. El médico ya me anunció que tenía que pasar por el quirófano. Fue muy duro". Tras una conversación con la selección brasileña, y con el beneplácito del Mecalia, decidió operarse en su país. "Tenía dudas sobre qué pasaría con mi futuro, pero al día siguiente de la lesión ya tenía a Prades y al Mecalia a mi lado, me dijeron que me iban a ayudar en todo lo que necesitara. Tanto que me lesioné el miércoles y el equipo se fue a jugar en Suecia el viernes competición europea. Pero no me dejaron sola porque tanto los directivos como el equipo de Autonómica estuvieron pendientes de mí en todo momento", relata emocionada.

Gabriela vivió "desde la distancia" el título de campeón de liga de la pasada temporada. "Veía todos los partidos que emitían por streamming y sentía muchas ganas de estar ahí con ellas, ayudarlas en lo que fuera, aunque fuera entregando botellas de agua. Desde Brasil intentaba enviarles mensajes de ánimo para motivarlas, un día hasta les canté una canción. Verlas ahí me daba fuerzas para seguir con mi recuperación. Tenía muchas ganas de volver. Esa motivación me permitió regresar antes del 'parón". Gabriela Romero ha vuelto y quiere recuperar el tiempo perdido.