El Pontevedra se queda a oscuras. El equipo lerezano acumula siete jornadas sin ganar, cuatro empates consecutivos en Pasarón y dos encuentros como local con sensaciones preocupantes. Ni fútbol, ni resultados. Los de casa potenciaron la pésima imagen del encuentro contra el Valladolid B con un partido ante la Gimnástica Segoviana en el que tan solo funcionó a arreones en la primera mitad y justo tras el descanso.

La escuadra dirigida por Luisito acabó naufragando en la nada más absoluta. Porque salvo esos momentos de efervescencia, no encontró en ningún momento luz. El equipo se ha metido en un clima depresivo y a solventarlo no le ayudó esta vez jugar en casa, pues Pasarón ha perdido la paciencia.

Comenzó el Pontevedra con pocas variaciones respecto a las últimas semanas. Luisito entendió que el equipo había funcionado bien últimamente, salvo la pasada jornada ante el Valladolid B, y apenas introdujo un par de novedades: Goldar por Bruno y Mouriño por Jorge Hernández. El 3-4-3 daba paso a un 3-4-1-2 en el que Mouriño ejerció como enganche para dotar de más fútbol entrelíneas. La intención era buena. La praxis, nefasta.

El inicio, esta vez, fue una muestra de lo que estaba por llegar. La Gimnástica Segoviana saltó al césped de la ciudad del Lérez sin complejos. Un punto menos en la clasificación no significaba que los visitantes llegasen al partido más presionados. Sabedores de que su papel en la liga es luchar por no bajar, los jugadores de la "Sego" apostaron por el fútbol de toque que pregonan. Y no les salió del todo bien porque les faltó mordiente arriba. Así, León apareció providencial para taponar el chut de Kike, que ya encaraba a Edu tras un desmarque en profundidad. Luego Plaza, un tractor por su banda, recortó a González y se encontró con la estirada del meta local.

La Segoviana jugaba y llegaba, conocedora de por dónde meter mano a la defensa de tres granate. Luisito detectó que el equipo volvía a hacer aguas en todas las facetas y puso a calentar a Jimmy para cambiar el escenario. El lateral entró poco después de la media hora y el Pontevedra pasó a un 4-2-3-1. Pero justamente antes de ese cambio llegaron los mejores minutos del primer acto. Los locales acabaron con el monopolio de la Gimnástica y acumularon varios acercamientos. El más claro, un centro de Marcos Álvarez que Etxaniz y Añón no llegaron a rematar por muy poco. Sí lo hizo González, cuya volea obligó a trabajar a Monte.

Se creció un poco el Pontevedra en sus mejores minutos y acumuló oportunidades por banda. En un saque de esquina, un defensa taponó el cabezazo con intención de Etxaniz. Luego el vasco no llegó a empujar por centímetros otro gran servicio de Álvarez.

Parecía que el equipo local se desperezaba e iba cogiendo ritmo. Fue un espejismo. Porque salvo un par de chuts lejanos de Mouriño y Kevin justo antes del descanso, fue la Gimnástica la que volvió a incordiar en ataque y a cortocircuitar el precipitado fútbol local.

Iván, efecto volátil

Luisito seguía sin verlo claro y al descanso decidió jugarse la baza del balón largo como único modo de llegar a portería. Quizá fue un recurso demasiado desesperado con tanto tiempo por delante. Con Carlos Ramos y Jorge Hernández esperando en el banquillo, el técnico retiró a su mediapunta y colocó a Iván Martín. 4-4-2 y balón a los delanteros.

Y al principio funcionó. Porque el Pontevedra pilló un par de veces despistada a la zaga foránea y el punta sevillano tuvo la mejor ocasión del partido. Martín trazó un desmarque vertical y recibió para encarar a Monte escorado. Decidió ceder a Añón para que la empujase. Un defensa rechazó y el esférico le volvió a caer al andaluz, que se inventó una chilena que Plaza sacó bajo palos.

El Pontevedra parecía otro. Pero en cuanto la Gimnástica le pilló el truco al fútbol directo, el peligro se acabó definitivamente. A partir de entonces, los de Abraham García se fueron a por el partido, aunque no descaradamente. Pudieron llevárselo en un doble balón al palo. Primero Arribas cabeceó al larguero. Luego Kike, con Edu tirado tras golpearse con el palo, la mandó al poste.

Fue la mejor ocasión de una segunda parte pírrica, en la que el Pontevedra anotó en un barullo en el área que el colegiado anuló por presunta falta. La Segoviana no se atrevía. Los locales no podían a base de su concierto de pelotazos y el 0-0 final contentó a unos y condenó a otros a una semana más sin ganar. La depresión es más profunda.